El Bocha Flores despidió a su amigo: “Se nos va un grande”

Lautaro Segura

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¿Alguien conoció más a Oscar Malbernat que Eduardo “El Bocha” Flores? Además de ser compañeros de equipo en el Estudiantes multicampeón de finales de la década de 1960, trabajaron codo a codo por muchos años en las juveniles del club. En el último tiempo no había día en el que no estuvieran charlando en algún rincón del Country Club.

Conmovido por la partida de su amigo, y en medio de tantos abrazos que recibió ayer en la Sede Social, el Bocha se tomó su tiempo para atender a este medio y recordar a Cacho, a quien no dudó en catalogar como “un grande”.

-¿Difícil tener que despedir a un amigo de tantos años como Cacho Malbernat?

-La verdad que sí, es algo que me genera mucha tristeza por todo lo que vivimos juntos. Lamentablemente se nos va un tipo sencillo, honrado y que para nosotros fue un grande.

-El último adiós no podía ser en otro lado que no sea alguna de las instalaciones del club...

-Eso es importantísimo. Fue algo que lo decidió la comisión directiva y creo que estuvo muy bien porque él nació acá en este club y, si bien le tocó trabajar en otros países, nunca dejó de estar ligado a Estudiantes. Cacho es una parte muy importante de la historia del club y merece tener una despedida así.

-¿Cuántas charlas compartieron en el Country Club?

-¡Un montón! Más de 60 años juntos. Todos los días hablando. No sé de donde salían las conversaciones, pero siempre teníamos algo nuevo para charlar. La vida entera en el Country juntos.

-Juntos vieron crecer a muchísimos futbolistas que surgieron de las juveniles...

-Muchos jugadores vimos pasar. Yo trabajo desde hace 37 años en las inferiores y con Cacho vimos a todos. Algunos no pudieron llegar pero otros tuvimos la suerte de verlos jugar en Primera e inclusive ser vendidos al exterior.

-Y en cuanto a tu etapa como jugador, ¿qué rol cumplía Cacho en aquel plantel que ganó todo?

-Era muy importante, aunque en ese equipo todos éramos importantes. Teníamos buenos reemplazos y jugara quien jugara, Zubeldía sabía que nunca le íbamos a fallar. Inclusive cuando nos tocaba perder, siempre dejábamos todo en la cancha.