Marcas en el cuerpo
Edición Impresa | 1 de Septiembre de 2019 | 09:09

De los registros que explora desde hace más de una década, el cineasta, dramaturgo y escritor Santiago Loza escogió el más intimista -la literatura- para contar la peripecia de un chico de 13 años que en “La primera casa” afronta la transición hacia la adolescencia bajo una intemperie emocional alimentada por el destierro de sus pares y la severa tutela de su tía.
La afición por los monólogos y los personajes solitarios -como Axel, el médico que interpretó Julio Chávez en “Extraño”, su primera película- reaparece en la segunda novela del autor de “El hombre que duerme a mi lado”, un texto conciso pero potente que transcurre hacia los 80 en un pueblo de provincia donde el protagonista de la historia empieza a construir su identidad sexual a partir de la atracción por un amigo, el único que no lo excluye como el resto de sus compañeros de clase.
“La primera casa” (Tusquets) se concentra en las mutaciones del cuerpo como metáfora de la transformación problemática que desencadena la adolescencia en Gonzalo, el chico huérfano que sueña con huir de ese pueblito que lo castiga de varias formas posibles y del que se evade cada vez que puede yendo al cine y luego trastocando el argumento de cada película para capturar la atención de su hermana mayor, acaso el único punto de encuentro con esa joven que también está entrampada en un conflicto existencial.
“Tenía ganas de contar a ese personaje en ese ámbito opresivo, los 80. Narrar por un lado su vínculo con el cine y por el otro trabajar la idea del interior no como una cosa bucólica sino más acechante. El trabajo fue lento e incierto pero me gusta el resultado”, destaca Loza.
En paralelo al lanzamiento de su novela, Loza circula en la agenda cultural de estos días a través del estreno de “La enamorada”, una pieza teatral que escribió hace unos años y ahora sube a escena en el Teatro Picadero con el protagónico de la cantante mexicana Julieta Venegas.
“El cuerpo es la marca emblemática del abandono de la infancia -dice el autor a propósito de su novela-, y es lo que saca de la apatía a este chico que vive en un ambiente donde cree que nada va a cambiar. Finalmente, el cuerpo es aquello que termina de resolver cuando se han agotado los recursos: resuelve por fatiga, por deseo o por enfermedad. En un momento hay una situación de liberación del personaje y luego se ve que esa liberación es parcial y ha dejado secuelas. Y en ese sentido opera también la idea del cuerpo social: cuando hay algo que está golpeado o lastimado, ese cuerpo queda afectado”.
Editorial: Tusquets
Páginas: 186
Precio: $ 776
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