La locura con la misma camiseta

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Por: Eduardo Tucci

deportes@eldia.com

Con muy pocas horas de diferencia entre uno y otro, episodios de extrema violencia entre barras volvieron a poner en los primeros planos lo peor del fútbol. La irracionalidad de nuevo dominó el escenario con todo lo malo que arrastra cada reaparición de este verdadero flagelo que sacude desde hace años al deporte más popular de los argentinos.

En las últimas horas, el secuestro de doce armas de fuego, cocaína, marihuana y diez detenidos fue el resultado de distintos operativos tendientes a frenar una nueva guerra entre barras de River en el partido con Vélez que cerró la jornada dominguera de la Superliga.

Todo se había iniciado la semana anterior cuando fueron detenidos 50 barras que intentaban atacar a un grupo disidente en Lanús antes de un partido por la copa Argentina. Hubo 28 allanamientos en la causa que incluye amenazas –entre otros al propio presidente de River--, e infracción a la ley del deporte. La misma escenografía, con los grupos más pesados de las barras como actores centrales.

Este tema que nos viene ocupando desde hace décadas se presenta ahora con una particularidad: los incidentes son protagonizados por integrantes de la misma hinchada o barrabrava. No es nuevo pero merece destacarse que de un tiempo a esta parte se pasó de la violencia “entre rivales” a choques igual de graves protagonizados por seguidores de un mismo club. La guerra se ha “institucionalizado” entre fanáticos que siguen a un mismo equipo a partir de los negocios y la lucha de poder que manejan los que pretenden ser dueños de la tribuna.

Corridas, agresiones y emboscadas constituyen, en definitiva, un fenómeno tan preocupante como el otro que protagonizaban fanáticos exaltados de dos clubes diferentes.

Las luces rojas volvieron a encenderse la semana pasada cuando en San Martín, en los alrededores de la cancha de Chacarita y durante la previa de un partido del local con San Martín de Tucumán, se enfrentaron los grupos de hinchas funebreros liderados por dos mujeres, las hermanas Angélica y Ana Molina. El saldo fue escenas de extrema violencia, varios detenidos y un armamento muy pesado que estaba en poder de ambas bandas como una metralleta, pistolas y municiones de diferente calibre como así también elementos punzantes de los más variados.

Esta puja entre hermanas –”La Negra” y “La Dueña”, como se las conoce en el club funebrero—está planteada desde hace tiempo y el botín en juego es el control de una de las tribunas más codiciadas del Conurbano, como han señalado expertos en el tema. Una guerra, que bien podría ser el argumento de una serie de TV pero que, lamentablemente, sacude a un club de notable arrastre popular.

No se habían acallado los ecos de la tensión provocada por esos hechos, cuando saltó a la escena el otro enfrentamiento entre dos bandas que pretenden controlar la tribuna y los negocios en River. De nuevo armas, alcohol, cuchillos, facas y más de cincuenta detenidos en un “parte de guerra” que remitía a Lanús como escenario de la refriega en la previa del partido que los riverplatenses disputaron con Godoy Cruz por la Copa Argentina.

La sospecha policial apuntó a que uno de los grupos “los de Budge” pretendía emboscar a la “Banda del Oeste”, la histórica facción disidente en el club de Núñez que además tiene contactos con la barra del club Lanús. Naturalmente los hinchas comunes pasaron el peor de los momentos al verse de repente en medio de la trifulca. Una vez más la locura le había ganado a la sensatez y los protagonistas seguían siendo los mismos de siempre.

El tema no es nuevo. Lamentablemente. Infinidad de veces hemos planteado si los propios clubes no deberían tener un control más estricto puertas para adentro para erradicar de una vez y para siempre a aquellos que hacen de la violencia su accionar cotidiano.

Hay que poner el foco con toda la atención sobre el fenómeno de las pujas dentro del mismo club, fenómeno que se ha visto incrementado a la par de la proliferación de los negocios que manejan y la disputa de poder entre barras. En las últimas horas lo peor del fútbol volvió a ocuparnos...Y a preocuparnos.

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