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La Ciudad |UNA FORMA PARTICULAR DE VINCULARSE CON LA LITERATURA QUE CRECE EN LA PLATA

El antiguo arte de los narradores orales atrapa y cautiva en plena era digital

En establecimientos educativos, bibliotecas, hospitales y residencias geriátricas, convocan a grandes y chicos

El antiguo arte de los narradores orales atrapa y cautiva en plena era digital

Los chicos, dicen las narradoras, son el público “más fiel” del viejo arte de la narración oral / C. Santoro

29 de Septiembre de 2019 | 03:54
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En La Plata hay narradoras que a través de la palabra oral le proponen a gente de todas las edades sentarse a escuchar cuentos y vincularse a la literatura de una manera que cautiva desde épocas inmemoriales. La actividad, que tiene ribetes artísticos y lúdicos, se hace en establecimientos educativos, bibliotecas, hospitales y residencias geriátricas.

Si bien muchas de las personas que desarrollan el arte de contar están o estuvieron vinculadas a la docencia, otras se iniciaron por su afición a la literatura, lo comenzaron como un hobby y luego fueron avanzando para perfeccionar su técnica.

Algunos narradores aseguran que hay algo innato, una cualidad que define un estilo de narrar y que mediante talleres y cursos se aprenden muchas técnicas de narración.

“La narración, al tener interpretación, está en el límite con el teatro y con el stand up, pero no existe la cuarta pared de la actividad teatral porque permanentemente se está en contacto con el público”, afirma la narradora Claudia Branca, para quien es esencial la mirada y la complicidad de quien la escucha en sus presentaciones.

Claudia, ex maestra jardinera y bibliotecaria, empezó hace siete años cuando entró en contacto con Claudio Ledesma, profesor de narración, y ya no pudo dejar de hacer cursos y talleres sobre la temática.

Como se jubiló recientemente ahora se dedica por completo a esa actividad a la que en ocasiones se agrega canto y poesía.

Participa del grupo Entrelazhadas en el que también están Nora Rodríguez y Susana Valdés. Además de presentarse en establecimientos educativos, las narradoras llevan su arte a teatros, casas de té y restaurantes, donde hacen espectáculos a la gorra.

“Los colegios lo toman como algo recreativo, no ponen ninguna pauta, ya el cuento de por si enseña un valor o mueve una emoción”, agrega Claudia.

También se arman encuentros para adultos, por lo general Claudia elige cuentos clásicos o de temática familiar, y en alguna oportunidad algún escritor local se le acercó para proponerle que cuente su obra.

La gente grande expresa casi la misma emoción que un niño y, según relata la narradora, suele referirle cuánto tiempo pasó desde la última vez que le contaron un cuento o el parecido con aquél que le contaba, por ejemplo, su madre. Es que un cuento también puede ser un viaje a la infancia o a la juventud.

Claudia participó hace unos meses de un encuentro en Tucumán y recientemente del festival “Cuentos en el aire y en el mar”, que se desarrolló en la costa.

La duración de los cuentos depende de los grupos a los que van dirigidos. Si un espectáculo cuenta con muchos narradores, los cuentos serán breves para que todos tengan el tiempo de presentarse. También se organizan con distintas temáticas, por ejemplo gourmet cuando se habla de comidas.

También narradora, Susana Valdés va todos los meses al Policlínico San Martín y con miembros de la Cooperadora recorre diferentes salas para contar cuentos que duran entre 5 y 8 minutos.

ESCUCHAR Y EMOCIONARSE

“Vamos a salas de diálisis, cardiología, traumatología y preguntamos cama por cama para llevarle un recreo al que tiene ganas de escuchar”, asegura.

En principio algunos miran con incredulidad, pero en muchas oportunidades al final de un cuento, le piden otro y cuando Susana se va, siempre se quedan con una sonrisa.

“Se genera un clima alegre porque se buscan historias dulces, optimistas, familiares; algunos pacientes se emocionan, agradecen y uno siente que les dio alegría”, agrega la narradora.

“Vamos a las salas y preguntamos cama por cama para llevarle un recreo al que tiene ganas de escuchar”

Susana Valdés
Narradora oral

 

Susana también visita con el mismo fin un geriátrico de Ensenada, siempre hay señoras y señores que la esperan y ella de manera personalizada está un rato con cada uno, contando historias.

Para ellos elige temáticas que evocan la juventud y eso produce una retroalimentación porque siempre da lugar a un diálogo en los que afloran muchas anécdotas.

“Me devuelven tanta alegría y tanto afecto que eso me tienen cautiva”, afirma quien desde 2013 está abocada al mundo de los cuentos.

Los narradores disponen de técnicas para recordar el cuento, pero destacan que no es que lo sepan de memoria, porque una de las riquezas del relato radica en la interpretación que se haga de ese texto, no obstante alguna metáfora del autor puede quedar tal cual.

“Decimos que es una versión del cuento de ese autor”, apunta Claudia que el pasado viernes se presentó en el marco de la maratón de lectura en la Biblioteca de la Universidad, 7 y 60, sector infantil.

CABLE A TIERRA

Emilce Brussa, también es otra apasionada de la narración, recibió sus primeras herramientas cuando comenzó a formarse como maestra del nivel inicial. Luego la narración fue su cable a tierra y hasta se desempeñó en el Plan Provincial de Lectura para poder dedicarse de lleno a eso.

“La primera infancia es el público mas fiel porque si algo no les gusta se levantan y se van, pero ellos se meten en el mundo de fantasía que es la narración y después suelen pedir el libro para leerlo, la narración es una invitación a la lectura”, afirma Emilce, por eso a cada presentación lleva un bolso cargado de libros que deja sobre una mesa como un señuelo literario.

La narradora está convencida de que la palabra atrapa y que la historia que se cuenta crece con la mirada del otro.

“El narrador le pone emociones y escucharnos está en los genes, por eso atrapa a personas de todas las edades”, dice y adelanta que está armando un espectáculo sobre la mujer y la ciudad de La Plata.

Emilce indica que en otros países se cuentan casi exclusivamente los cuentos que se transmitieron oralmente de generación en generación, pero en Argentina se abordan autores. “Tomamos un cuento y lo contamos; a veces el final está antes, o después, o no tiene, pero en la narración tiene que haber un final”, sostiene.

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