Ataques a escuelas: la Provincia perdió en 9 meses el equivalente a 15 jardines

El perjuicio económico es muy importante. No obstante, aseguran los docentes, el impacto emocional sobre las comunidades educativas que sufren un acto de vandalismo en su escuela es enorme. Dicen que se siente algo muy similar a cuando es intrusada la casa propia. Objetivamente, el dato que surge de las estadísticas oficiales es que en 2019 los ataques vandálicos a los edificios escolares provinciales aumentaron, hasta el 17 de este mes, un 93,89 por ciento en comparación con todo 2018.

Fuentes de la cartera educativa indicaron que el año pasado se registraron en la Provincia 131 robos y/o ataques vandálicos contra escuelas de distintos distritos. Ello generó un gasto de 105 millones de pesos en refacciones.

En tanto, en lo que va de 2019 -concretamente hasta el 17 de este mes- ya hubo 254 episodios de vandalismo, lo cual demandó un gasto de más de 165 millones de pesos.

¿A qué equivale esa suma? A unos 15 jardines de infantes de cuatro salas. El dato no es menor si se tiene en cuenta que, de acuerdo a un informe del Observatorio de Calidad Educativa en base a datos oficiales, casi 1.400 niños y niñas bonaerenses no cuentan con vacantes en el nivel inicial de la enseñanza.

En La Plata el panorama es igualmente preocupante. Además, se está dando un fenómeno que a las autoridades llama fuertemente la atención: está ganando terreno el vandalismo puro y duro, es decir, la rotura de documentos, material didáctico, útiles escolares, computadoras, equipos de sonido y hasta ataques en la cocina, sin que se registren elementos faltantes. En buen criollo, rompen y con mucha saña, pero no roban.

“El vandalismo en la escuela se enmarca en una crisis cultural. No creo que la escuela sea un objetivo per se”

LE PUEDE INTERESAR

Franja Morada se bajó del congreso de la FULP y se definía la nueva conducción

LE PUEDE INTERESAR

El antiguo arte de los narradores orales atrapa y cautiva en plena era digital

Adriana Frega
Directora de Inspección Gral. PBA

EN LA CIUDAD

Ante la consulta de este diario, en la Municipalidad local detallaron que los hechos delictivos y vandálicos contra establecimientos educativos en lo que va de este año provocaron daños cuya reparación “le demandó a la Comuna y al gobierno de la provincia de Buenos Aires una inversión superior al millón de pesos mensuales”.

“La escuela está en un estado de desprotección preocupante. Parece que estos hechos se naturalizaron”

Adrián Ercoli
Padre y Docente

“Tuvo que destinarse un promedio de 1.200.000 pesos por mes para reparar los perjuicios causados por hurtos y vandalismo corriente y sistemático”, puntualizaron.

En el Municipio aseguraron que esa cifra “es suficiente para construir un aula por mes, de manera tal que los gastos que insumió la reparación de daños de los primeros nueve meses de 2019 privaron a la Ciudad de nueve aulas nuevas, o bien de un establecimiento educativo completo, como por ejemplo el Jardín de Infantes Nº 945 de El Peligro, un edificio con cuatro aulas, baños accesibles y un SUM, que se inaugurará en los próximos días”.

¿Cuáles son los daños más frecuentes? “La rotura o robo de luminarias, vidrios, aberturas y rejas; las pintadas tipo grafiti en los muros externos; el hurto y/o rotura de utensilios de cocina, electrodomésticos, herramientas, elementos musicales, aparatos tecnológicos, medidores de gas, estufas, mochilas de inodoros, azulejos y griferías, entre otros”, especificaron en el Consejo Escolar.

EL DISCURSO SOBRE “LO PÚBLICO”

La directora de Inspección General de la cartera educativa provincial, Adriana Frega, opinó que “el vandalismo contra la escuela se enmarca en un problema social y cultural. No creo que la escuela sea un objetivo en sí mismo. Se ejerce violencia en el hospital, la plaza, la calle, la fila del colectivo. Se reemplaza con actos agresivos lo que debería ponerse en palabras”, apuntó la jefa de todos los inspectores de la provincia, tanto del sector estatal como del privado.

Y reflexionó: “Hay una falta de valores, y además una contradicción entre el discurso y la acción. Lo público, el ‘esto y aquello es de todos’, está presente en todos los discursos, pero luego es lo primero que se ataca”.

Frega precisó que el punitivismo es necesario pero “no es el camino para solucionar las cosas de fondo, a largo plazo. Venimos hace tres años trabajando con las comunidades educativas. Con los docentes, los estudiantes, los padres. Y en los niveles primario y secundario estableciendo los acuerdos de convivencia, que también son extensivos al nivel inicial, aunque allí sin los alumnos. Es que si el problema es cultural, como creemos, se requiere mucho diálogo, consenso y tiempo”, aseveró.

En tal sentido, trajo a colación el proyecto que el Ejecutivo bonaerense presentó en marzo de este año ante la Legislatura provincial para que se penalice con cárcel y multas a quienes atentan contra edificios escolares.

“Había que endurecer las penas por atacar una escuela. Pero el camino que lleva a una solución de fondo es provocar el cambio cultural”, afirmó.

“LA ESCUELA ESTÁ DESPROTEGIDA”

Papá de un alumno del Jardín de Infantes Nº 918 y profesor de Filosofía de la Secundaria Nº 62, Adrián Ercoli forma parte de la comunidad de padres y madres de esa suerte de unidad académica que forman esos dos establecimientos con la Primaria Nº 8, la histórica escuela de diagonal 74 y 16 que fue blanco de reiterados ataques en el último tiempo. “Lo que sentimos nosotros es que no se va a fondo en materia de prevención. Es como si estos hechos se hubiesen naturalizado. La escuela pública está en un estado de desprotección preocupante”, consideró.

En esa línea, planteó que “se sabe perfectamente dónde están las cosas de valor, como los materiales didácticos, los equipos de computación, cierta documentación. No parece tan difícil tomar medidas para proteger eso”.

Apuntó que “no hay una hipótesis clara del origen de estos ataques, como tampoco una presencia clara del Estado en la protección de los colegios”.

En cuanto al impacto que estos hecho provocan, contó que ha visto a maestras “muy afectadas, indignadas, con mucha bronca e impotencia, pues en un rato se echa a perder el trabajo de todo un ciclo lectivo”.

¿Y cómo se le explica a un niño o niña que alguien rompió esa lámina que venía armando desde principios de año?, se preguntó la jefa de inspectores.

El problema es viejo. Y lejos de menguar, crece año tras año.