El recurrente e irresoluto drama de las canteras

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Hace pocas jornadas se analizaban en este diarios los alcances favorables de un estudio realizado por expertos de la Universidad Nacional de La Plata, consistente en un relevamiento integral de las canteras existentes en nuestro distrito y acerca de las proyecciones técnicas y planificaciones urbanísticas muy positivas que podrían surgir, a partir de acciones y políticas que debieran impulsarse para revertir los aspectos negativos, entre otros el sanitario, que las caracterizan.

En ese contexto volvieron a conocerse reclamos planteados por ambientalistas y vecinos, por la falta de controles existente en canteras situadas en diversos puntos del Gran La Plata, en una situación que se agrava por nuevos basurales a cielo abierto y quemas de residuos.

Los testimonios reflejados en este diario hablaron de que, al menos desde hace cuatro años, cuando los residuos en el interior de una cava ardieron durante varios días y alteraron profundamente la calidad de vida de los vecinos, una cantera de Hernández -por ejemplo- siguió dando llamados de atención acerca de los altos niveles de contaminación que se concentran en ella. Tan es así que desde una ONG ambientalista platense plantearon que, pese a las reiteradas advertencias, el predio continúa con “problemas ambientales y sanitarios que requieren urgente tratamiento”.

Los ambientalistas destacaron que pese a las denuncias y gestiones que se vinieron formulando desde enero pasado la situación se agravó y la falta de controles en el lugar es cada vez más patente. Esta situación encontró eco, asimismo, en el Concejo Deliberante, en donde uno de sus integrantes confirmó que existen acumuladas numerosas protestas por la presencia de este basural a cielo abierto. A raíz de ello se impulsó un pedido de informes sobre el tema.

Como se sabe, dadas las extracciones de tierra y tosca que se realizan habitualmente en la zona, los pozos emergentes se convirtieron en peligrosas lagunas algunos y otros en enormes basurales, con el consiguiente potencial para convertirse en focos de contaminación no sólo superficial, sino también subterránea, en cuanto su profundidad frecuentemente llega hasta las napas de agua, por lo que pueden envenenar los recursos de la Región para la provisión de agua potable, entre otros males.

Cabría señalar que las sucesivas administraciones municipales anunciaron la intención de resolver el problema de las canteras. Algunas de ellas, inclusive, impulsaron el proyecto de recuperar, para una posterior explotación, a esos predios, con la finalidad de que se convirtieran en lugares de paseo y sitios de esparcimiento.

Desde esta columna se ha insistido en que el tema de las cavas merece atención especial por parte de las autoridades. Ya se ha dicho que la gama de acciones posibles es muy amplia y que, una de ellas, es la que contempla la posibilidad de transformar esos pozos en lugares de esparcimiento, sin perjuicio de que, mientras tanto, se impida el avance de la contaminación y se construyan cercos realmente efectivos, capaces de evitar los peligros existentes. En este último sentido, la llegada del próximo verano aconseja que vuelva a concientizarse la población acerca de los riesgos que significan esas canteras, muy en especial para los menores de edad.

 

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