El maestro que filmó los sueños

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Uno de los últimos colaboradores de Federico Fellini, Gianfranco Angelucci, autor del guión de su penúltima obra, “Intervista” (1983), recordó hace unos años el modo “sacerdotal” de trabajar del destacado realizador italiano, de quien hoy se cumplen 100 años de su nacimiento.

“Era como un monje que vivía dentro del cine, parecía más cineasta que ser humano”, manifestó Angelucci, que lo describió como una persona con una creatividad “incansable”, que desempeñaba su trabajo “con una alegría inmensa”, dormía muy poco, pasaba el día rodando, vestía bien y, al contrario que otros directores, recibía a quien fuera en el Estudio 5 de Cinecittà.

“Era un grandísimo artista que eligió el cine para expresarse pero que podría haberlo hecho con cualquier otra disciplina”, apuntó.

Además, rara vez iba al cine y era consciente de su propia genialidad, sin desdeñar a sus colegas, aunque consideraba a su altura a pocos, entre estos a Stanley Kubrick y Akira Kurosawa.

En lo más personal, le interesaba el esoterismo, el espiritismo, el subconsciente o los sueños, que llegó a retratar previa recomendación de su psicoanalista, Ernst Bernard.

“Lo primero que preguntaba al llegar a Cinecittà era qué habías soñado. Federico era un jovenzuelo, un genio dentro de la cabeza de un niño”, aseguró.

Su voraz imaginación y todos estos elementos le hicieron crear un mundo muy personal, de cándidos personajes e impregnado por un aura de melancolía premeditada, pues empleaba humo de incienso en el set para dar la sensación de ensoñación a sus grabaciones.

Y es que la suya era la búsqueda de los anhelos del hombre, de la esencia del alma humana y de la verdad y del sentido de la vida.

En este sentido, Angelucci cree que “la nostalgia juega un rol esencial y preciso” en su estilo, pues un artista crea cuando echa en falta algo: “Fellini solía decir que solo quien está en una prisión puede hablar de la libertad”, rememoró.

 

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