Ni los árboles centenarios quedan a salvo de la brocha de los vándalos

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Una mañana de mediados de julio del año que acaba de marcharse, decenas y decenas de árboles patrimoniales de la Ciudad amanecieron pintados de blanco con una gruesa franja azul en el medio. El impacto visual fue muy grande, al igual que la bronca de vecinos y vecinas que, sin distinción de simpatías futboleras, pusieron el grito en el cielo. La frase que rescató este diario de Carlos Ferraro, un hombre que en la tarde del sábado 13 de aquel mes paseaba por avenida 1 a la altura de 53, sintetizó el sentir de miles de platenses: “Nos robaron los árboles. Lo único que faltaba”, sentenció.

En la misma sintonía, una mujer vecina de Molino Campodónico, ayer opinó que “hace rato que La Plata tiene dos dueños”, en referencia a hinchas de Estudiantes y de Gimnasia que avanzan, brocha en mano y sin miramientos, sobre el patrimonio edilicio y el verde, el mobiliario urbano, las plazas, los parques y las casas particulares (ver nota central).

Es que cansa, y mucho, ver que se torna natural lo que no lo es y que nadie hace nada, como remarcó, palabra más, palabra menos, otro vecino de esa fábrica.

A propósito de los árboles, cuando algunos intentaron relativizar el tema diciendo que era cal y que “no sólo no les hace nada sino que los beneficia”, especialistas de la facultad de Ciencias Agrarias salieron con los tapones de punta. “Cada vez que llueve, todos esos árboles se ‘nutren’ de agua con cal y colorantes. Eso es malísimo. Pero además puede haber otros productos químicos. ¿O alguien hace un control de calidad del material que se utiliza para vandalizar árboles y demás?”, preguntó un docente de la unidad académica de 60 y 119. Por cierto que no.

 

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