“Deathbook”: una experiencia escénica, tecnológica y filosófica alrededor de la muerte

Mar Mediavilla y Andrés Passeri protagonizan este proyecto de ciencia ficción de Maxi Vecco, resignificado por la pandemia

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María Virginia Bruno

vbruno@eldia.com

Aunque las semillas de este proyecto escrito y dirigido por Maxi Vecco se sembraron antes de la pandemia, “Deathbook” floreció en cuarentena y potenció su propuesta desde la virtualidad. Esta experiencia escénica por streaming, una obra de ciencia ficción que explora en los terrenos misteriosos de la muerte, cuenta con las performances de Mar Mediavilla y Andrés Passeri, y se ofrece en la plataforma online de TIMBRe4 los viernes a las 20.30.

En esta historia, un actor (Passeri) le presta su cuerpo al alma de un muerto que, a través de una aplicación, regresa por pedido de un familiar (Mediavilla) para saldar las cuentas pendientes.

La obra está planteada en un futuro cercano en el que las personas han dejado de asistir a los templos y a los cementerios, y las han reemplazado por muros de redes sociales o aplicaciones como Deathbook (el libro de la muerte), un sistema que reconstruye la personalidad del fallecido a partir de los datos almacenados en “la nube” durante su vida.

La experiencia parece prometedora: hacer volver por unos instantes, en otro cuerpo, a la persona fallecida para despedirse, tal vez. Pero lo que podría ser considerado un éxito tecnológico pronto presenta algunas inquietudes: ¿Por qué el sistema, pudiendo reconstruirlo todo, necesita del actor? ¿Podrá la contradicción humana equilibrar las falencias del sistema? ¿Puede un recuerdo convertirse en una experiencia viva?

Esta propuesta híbrida, que fusiona actuación, tecnología, ciencia ficción y filosofía, en tanto está construida alrededor de uno de los grandes temas existenciales por antonomasia, la muerte, se completa al término de la función con una charla con un especialista en la temática -la semana pasada fue el filósofo Eial Moldavsky-, con el que el público, a través del chat, puede interactuar haciendo comentarios, realizando preguntas o tratando de analizar las actitudes de los personajes según los paradigmas de grandes pensadores universales.

“Deathbook” se empezó a escribir mucho antes de la pandemia y se completó durante el aislamiento, una pausa que muchos, como Vecco, aprovecharon para activar. Y aunque el groso del espectáculo pareciera esquivar el temita del virus, el contexto actual se asoma por las rendijas de manera suspicaz, que sólo podrán entender los que, durante estos meses de (des)conexiones virtuales, han vivido rezándole al bendito wifi.

“Nunca pensé que la cuarentena resignificaría el texto de la forma que lo hizo. Tampoco imaginé, como ninguno de los integrantes de la compañía, que el montaje de la obra por streaming, podría ser una experiencia artística y humana tan enriquecedora”, aseguró el director, que también es diseñador escénico y que en los últimos años se ha enfocado, debido a sus estudios en cine, en el uso de videoproyecciones como recurso escénico, convirtiéndose en un referente del rubro.

La experiencia, a la que el público, luego de adquirir sus entradas por Alternativa Teatral, accede a través de un link privado de YouTube, se hace posible de una “manera muy flashera”, remarcó entre risas Vecco, al término de la función del viernes pasado.

Los actores encaran el gran desafío de actuar como si estuvieran juntos, de hecho, así lo ve el espectador, pero están a kilómetros de distancia. Passeri está en Morón, Mediavilla en Palermo, el director en Agronomía y el operador técnico, Manu, mueve los hilos desde Mendoza. Con todo para salir mal, todo sale más que bien y eso es un mérito dadas las circunstancias.

“Como todas las cosas nuevas, al principio son raras, incómodas, y por eso uno tiende a negarse al principio porque, sinceramente, no le veía la luz a este proyecto que mezclaba la tecnología y el teatro. Pero de a poco se fue armando y acá estamos”, sostuvo Andrés Passeri, para quien el hecho de haber asumido y realizado este desafío tiene que ver con “la capacidad de adaptación que tenemos los seres humanos”.

En esta experiencia, los personajes se hablan cara a cara en la ficción, pero cara a cámara en la realidad. Los intérpretes asumen el difícil desafío de interactuar con la nada misma, en medio de una habitación que se transforma en escenario virtual. Aún así se las ingeniaron para tener una referencia del otro con dibujitos de sus caras pegadas con cinta scotch en la pared.

“Es todo muy casero”, dijo Vecco, elogiando la hazaña de hacer teatro -o lo que sea que sea esta nueva manera extraña de comunicación que permite la pandemia- de la forma “más independiente que nunca, con nuestras tablets, nuestros internets, nuestros recursos”.

Estas situaciones los llevó, admitieron los actores, a valorar las áreas técnicas -iluminación, escenografía- con las que antes, por poner el foco solamente en la actuación, no se habían involucrado tanto.

Para Mar Mediavilla, que es hija de Oscar Mediavilla y Patricia Sosa, una de las cuestiones más interesantes de esta experiencia fue la temática que aborda. Según reveló, tanto se quedaban debatiendo al término de los ensayos que, así, surgió la idea de completar la propuesta con una charla.

Esta noche, la charla estará a cargo de Ingrid Sarchman, licenciada en Comunicación, docente e investigadora en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, en la carrera de Bellas Artes de la UNLP y en la Universidad Torcuato Di Tella; e integrante del comité editorial de la Revista Artefacto, pensamientos sobre la técnica.

Con redes sociales y diseño de Belén Pagani, música original de Andy Menutti, operación de video de Manuel Adaro, asistencia de dirección de Eva Córdova, prensa de Marisol Cambre, producción de Fabio Petrucci, “Deathbook” cuenta con el apoyo del Instituto Nacional del Teatro.

Un actor le presta el cuerpo al alma de un muerto que regresa a través de una aplicación

 

 

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