Trilogía que cierra

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Con un texto depurado que hace hablar al paisaje -al monte, al agua- la nueva novela de Selva Almada “No es un río” indaga en el universo masculino a través de los pactos y alianzas entre varones, la memoria del recuerdo de un amigo muerto y los conflictos entre locales y foráneos, para hacer fluir, como la corriente del agua, un encuentro de historias con distintos personajes de pueblo que bordean la certeza entre sueño y realidad.

“La fantasía era que el título pudiera dar cuenta de cierto extrañamiento de la novela –dice la autora-, que está presente desde casi al inicio. Esa atmósfera de irrealidad estaba flotando sobre la historia y con la editora pensamos un título que diera cuenta de esa ambigüedad, entre lo que es y lo que parece ser. El título acompaña la ambigüedad”.

Publicada por Penguin Random House, “No es un río” significa el cierre de una trilogía que la escritora entrerriana comenzó con “El viento que arrasa” (ganadora en su traducción al inglés del First Book Award del Festival del Libro de Edimburgo) y continuó con “Ladrilleros”, donde explora los vínculos entre varones en parajes de provincia, rurales, inhóspitos o naturales, como en esta novela donde el río y el monte, la isla que conforman, como los personajes, también hacen hablar a las vidas que se entrelazan.

“Cuando empecé ‘El viento que arrasa’ no sabía que iban a seguir estas dos novelas, de hecho cuando escribí ‘Ladrilleros’ tampoco lo sabía. Pero cuando aparecieron las primeras imágenes de esta novela pensé que entre las tres podían formar una especie de trilogía porque están concentradas en personajes masculinos y en el universo de los varones”, cuenta Selva Almada (Entre Ríos, 1973), desde su casa de Abasto, en La Plata.

Y “No es un río”, como dice la autora, bordea “la ambigüedad” desde la primera escena. Está narrada con reveses al pasado y al presente y construida de a tramos con historias distintas. Una novela que habla sobre la amistad y el conflicto, sobre los vínculos entre amigos, amantes, madres e hijas, tíos, vecinos y conocidos; que habla del amor pero también de la disputa entre los locales -los que reconocen el monte con ojos cerrados- y los que lo visitan, no muy lejanos de esa geografía.

 

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