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Séptimo Día |«COMO EL DIOS QUE GESTABA EN SU MUSLO»

Guillermo Pilía: tras los pasos de Rimbaud

El académico platense recorre los años finales del genial poeta y su ya mítico y legendario derrotero por Asia, África y Oceanía

Guillermo Pilía: tras los pasos de Rimbaud

VICENTE COSTANTINI

13 de Diciembre de 2020 | 09:22
Edición impresa

Desde su origen, la figura de Arthur Rimbaud (1854-1891) aparece como la gran incógnita de la literatura francesa: poeta maldito y esfinge impenetrable, hay algo en su singularidad que lo vuelve único y monstruoso. El precoz talento para la poesía, la turbulenta relación con Paul Verlaine y su decisión de abandonar muy tempranamente la literatura para dedicarse al comercio de armas en África: todo esto ha generado una copiosa obra crítica dispuesta a descifrar el enigma y ofrecer una interpretación definitiva del genio. Como resultado de esto, tenemos no una, sino múltiples versiones del poeta, labradas a la medida de los tiempos: el comunero, el místico, el vidente, el precursor del surrealismo, el traficante, el ‘enfant terrible’.

En «Como el dios que gestaba en su muslo», Guillermo Pilía (La Plata, 1958), filólogo, académico y autor de una destacada obra poética, recorre los míticos once años finales de Rimbaud con un libro que imagina el derrotero del autor francés por Asia, África y Oceanía. Sabemos, por el abundante caudal de biografías y estudios críticos sobre el poeta, que Rimbaud visitó Java (Indonesia), Adén (Yemen) y Harrar (Etiopía), para terminar en el tristemente célebre Hospital de Marsella, donde sufrió la amputación de su pierna debido a un cáncer. Pero la de Pilía no es una crónica de viajes ni una disquisición crítica, sino una obra de poemas en prosa. Es, también, una tragedia de un solo personaje. Como quería Aristóteles, sentimos a la vez temor y conmiseración por el destino del personaje, a quien la enfermedad persigue como el signo -el síntoma- de su desmesurada existencia, y que adquirirá la catártica “purificación de los afectos” a partir de la remoción de su pierna, cuando finalmente la perciba como un objeto inútil: “Como un paraguas que por torpeza se olvida al terminar la lluvia, así la ve ahora, solitaria en esa mesa de quirófano de la Concepción”.

Al igual que a Baudelaire -a quien se alude en la sección “Los paraísos artificiales”-, al igual que al mismísimo Rimbaud, la prosa poética le otorga a Pilía la posibilidad de alternar secuencias narrativas, las cuales privilegian lo extraño por sobre lo meramente exótico, con pasajes de un notable lirismo: “Hay quien se alivia con el agua y las friegas de hierbas urticantes, con sonidos armoniosos, con versículos: así de absurdo es el artefacto del alma. Así de absurdos la salud, la piedad, el universo”.

¿Se deja de ser poeta cuando se abandona la escritura? Esta es la pregunta que implícitamente recorre el libro de Pilía. Si Borges ya había tematizado el desgarro entre ser un hombre de acción o un hombre de letras numerosas veces en su literatura (“No haber caído, / como otros de mi sangre, / en la batalla. / Ser en la vana noche / el que cuenta las sílabas”), Pilía argumentará, por su parte, que incluso un hombre de acción como lo fue el Rimbaud del “período africano” posee una ineludible mirada de poeta. Así, en más de una ocasión se pondrá en evidencia que el traficante de armas mantiene, todavía, una percepción poética de la realidad circundante, atenta a los sonidos y al impacto de las imágenes: “sin saber que es la misma persona el hombre que comercia con ellos el incienso y el almizcle / y el hombre que viaja con su yema sobre el mapa; / el hombre que ayer contaba -con esos mismos dedos que hoy cuentan el oro- las sílabas de un verso”.

Hacia el final, Pilía se pregunta: “¿De qué huían, su pierna y él? ¿De la Europa de los viejos pontones, de la cultura occidental, de la poesía, de alguna secta de asesinos, de la comodidad burguesa, de la esclavitud de los libros?”. Este libro es, a su modo, una respuesta, y también una invitación a redescubrir, a partir de la poesía de un autor contemporáneo, la vigencia y atracción que mantiene para nosotros el enigma de Rimbaud.

 

Como el dios que gestaba en su muslo
GUILLERMO PILÍA
Editorial: Proyecto Hybris ediciones

 

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