Justificada inquietud vecinal por fiestas en las plazas
Edición Impresa | 31 de Diciembre de 2020 | 04:10

A pocas jornadas de haber realizado una tarea solidaria a favor de la limpieza de la plaza Güemes de La Plata –que había quedado virtualmente devastada por la realización allí de una fiesta clandestina, con sus canteros y veredones cubiertos por residuos dejados por quienes habían realizado un festejo descontrolado y a la que decidieron limpiar con posterioridad a esa celebración- los vecinos de ese espacio público mantuvieron una reunión destinada a analizar qué medidas pueden adoptar para evitar la repetición de esos episodios.
La mencionada fiesta clandestina había ocurrido ya entrada la madrugada de la Navidad y, ahora, ante la convocatoria por redes sociales para realizar en esa misma plaza un nuevo encuentro en las primeras horas de Año Nuevo, los vecinos se niegan a enfrentar otra vez un panorama de ruidos molestos hasta altas horas de la madrugada, con la secuela de botellas rotas, papeles y toda clase de suciedades en la plaza de su barrio.
Lo cierto es que centenares de personas o acaso más, la mayoría de ellos jóvenes, tomaron la costumbre de organizar encuentros clandestinos en lugares públicos de la Ciudad, en una situación que se ve agudizada en los últimos fines de semana. “Vienen de otros lugares, ya los echaron de dos o tres plazas diferentes”, dicen los vecinos de la Güemes.
Tal como se ha dicho, los encuentros se iniciaron en la plaza Malvinas y a medida que se produjeron operativos municipales o policiales se trasladaron a la plaza Moreno y a otros paseos de la ciudad. Junto a ellos van las picadas, los autos con poderosos parlantes, los bocinazos, el griterío, el estruendo de la música que no permite dormir a nadie que viva en las inmediaciones de esos festejos. Y, claro, bebidas alcohólicas a profusión, con las derivaciones habituales: incidentes entre los presentes, enfrentamientos con la policía o los inspectores municipales, piedrazos, roturas de autos estacionados en las cercanías.
“Así como se convocan por las redes, nosotros también lo hicimos. Y lo que hemos resuelto es acudir a la secretaría de Convivencia y Control Ciudadano de la Plata. Y también hacemos cargo al Intendente y al jefe policial con incumbencia, que son los que tienen que movilizarse para que esto no vuelva a ocurrir”, dijeron.
No son pocos quienes alegan que se trata de travesuras o de conductas propias de jóvenes que sólo quieren divertirse, relativizando así los perjuicios que causan y los daños que provocan. Es cierto que la juventud busca recrearse, juntarse y pasarla bien. Tanto como que ello podría lograrse igualmente si no rompieran el mobiliario público, si no perturbaran las horas de sueño de la gente y si no transgredieran leyes que hacen a la seguridad general, como ocurre, por ejemplo, con las peligrosas picadas de automóviles y motos.
Está claro que son los funcionarios municipales y del área de Seguridad los que debieran evitar este tipo de encuentros masivos, que en muchos de los casos terminan con disturbios y que además de ser potenciales focos de contagio, afectan a los vecinos. Por otra parte quienes participan de ellos –jóvenes en su mayoría- debieran comprender que las medidas preventivas de naturaleza sanitaria no son caprichosas, que responden a protocolos universalmente aceptados y que merecen ser respetadas.
Corresponde, por consiguiente, entender las justificadas protestas vecinales y, al mismo tiempo, valorar y destacar las formas civilizadas en que se canalizan los reclamos que, inclusive, se reflejaron en la realización de tareas de limpieza de las plazas utilizadas para concretar estos cuestionables encuentros clandestinos.
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