| 8 de Diciembre de 2020 | 12:40

Le dijeron que podía hallar a Dios en las cosas más simples.
La sonrisa de un mendigo.
La densa y simétrica telaraña.
El aroma de una flor. Ella lo hizo y durante años halló a Dios en esas cosas cotidianas.
Pero un día Dios se ausentó.
Y aunque ella lo buscó y rebuscó nunca pudo dar con su paradero.
Desde entonces está alerta y camina cansinamente, como si viniera de muy lejos, con la mirada en el suelo, esperando que vuelva a ocurrir el milagro.
Y Dios le salga nuevamente al paso.
Texto Marco Andrés Quelas
Foto Leandro Pacheco
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