En un sector de El Dique dicen estar en jaque por robos
Edición Impresa | 8 de Marzo de 2020 | 02:46

En un barrio de la localidad ensenadense de El Dique, cercano a las facultades de Humanidades y de Psicología, los vecinos conviven a diario con el miedo. Es que, según denunciaron varios de ellos a este diario, en los últimos 6 meses crecieron ostensiblemente los robos en casas y comercios, pero, principalmente, en la calle.
Responsabilizan de esto a motochorros que deambulan por calles como 50 y 51 desde 123 a 124, pero también a chicos de entre 10 y 12 años. Inclusive, muchos vincularon los asaltos en la zona con el asentamiento habitacional que se levantó-justamente- hace seis meses en 122 y 52.
La necesidad de protegerse frente al embate de los ladrones impulsó hace un mes a los frentistas de 50 y 123 e inmediaciones a pagar por el sistema de Alerta Vecinal. También es organizaron en un grupo de Whatsapp.
Con todo, a pocos pasos de esa esquina noches atrás una vecina fue asaltada cuando volvía de hacer unos mandados, por un delincuente en moto que le quitó el dinero que tenía encima tras amenazarla a punta de pistola. Cuentan los residentes que en el barrio hubo también una entradera y al menos dos escruches recientes en viviendas, así como un robo de arrebato en la verdulería de 51 y 122.
“NO SE SALVAN NI LOS ESTUDIANTES”
La fuerte preocupación por el tema impulsó a Alicia (65), Andrea, (42), María (38) y a Juan (85) a exponer ante EL DIA la situación que afrontan junto al resto de los vecinos.
“Acá no se salvan ni los estudiantes de Psicología y de Humanidades, porque como es una zona de mucho movimiento, pibes de 10 a 12 años se entremezclan con alumnos que entran y salen de las Facultades”, dijeron, explicando que “esperan el momento de robarles, ya sea una mochila, dinero, el celular y en algunos casos las bicicletas” con las que se movilizan.
Según Alicia, la inseguridad recrudeció “desde hace 6 o 7 meses”, coincidiendo con la instalación del “asentamiento en las vías de 122 y 52”.
En tanto, Andrea recordó el enorme susto que vivió al ser víctima de un motochorro, a las 20.10 del miércoles último. “Se me acercó un muchacho cuando iba hacia mi casa y me preguntó una dirección”, recordó. Ella no sospechó, de modo que le indicó cómo llegar y se sorprendió al ver que el joven sacaba un arma para apuntarla. “No lo podía creer, sentí mucho miedo y más cuando quería que le dijera dónde vivía”, dijo. Ella no le dio esa información, pero tuvo que soportar que le revisara la ropa para sacarle los 13 pesos que le quedaban después de haber hecho las compras.
Al parecer, alguien advirtió desde su casa el episodio y no dudó en activar el sistema de la Alarma Vecinal, lo que contribuyó a que el asaltante se fuera.
A su lado, Juan aportó que “a una vecina le quisieron hacer un cuento del tío, diciéndole que eran de un servicio del delivery, pero ella le dijo que no había realizado ningún pedido de comida y se metió adentro de su casa enseguida”.
Distinta suerte tuvieron otros frentistas de la zona. “En un caso, le hicieron una entradera a una familia y también hubo un par de escruches, todo por acá cerca”, aportó Juan. El jueves, al comenzar la tarde, fue asaltada una persona que esperaba un colectivo de la Línea 275 en la parada de 124 y 50.
“Este es un barrio donde vive mucha gente grande y siempre fue bastante tranquilo. Pero cambió todo desde hace 6 meses y los robos son cada vez más seguidos. Por eso necesitamos que haya una mayor presencia policial”, resaltó María. Este grupo de vecinos coincidió en la importancia de que cada robo sea denunciado en la comisaría de esa jurisdicción, para que quede asentada una estadística que avale la necesidad de que se adopten medidas de prevención para resguardar la seguridad.
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