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Revista Domingo |UN RECURSO CUESTIONADO POR CREAR “UNA FALSA SENSACIÓN DE SEGURIDAD”

De la mano del miedo a epidemias se multiplica el uso de cámaras térmicas

Aunque usadas originalmente para vigilancia nocturna en los últimos años se han expandido a aeropuertos, hospitales, hoteles y hasta transportes públicos para evitar la propagación de enfermedades

De la mano del miedo a epidemias se multiplica el uso de cámaras térmicas

A partir del brote de coronavirus, el uso de cámaras termográficas se multiplicó en aeropuertos / AP

8 de Marzo de 2020 | 03:08
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La velocidad con que pueden propagarse hoy algunas enfermedades por la alta densidad poblacional ha puesto en el centro de la escena a un sector que hasta hace pocos años ocupaba un papel menor: el de las cámaras termográficas. Utilizadas originalmente para controlar procesos industriales y reforzar la vigilancia de seguridad, su nuevo rol como filtro sanitario ha llevado a que estos dispositivos no sólo vengan ganando un fuerte protagonismo en aeropuertos y puestos de control migratorio sino también en hoteles, hospitales, bancos y hasta medios de transporte.

Si bien el uso de las cámaras térmicas para la detección a gran escala de personas con fiebre no es ciertamente nuevo, ya que arrancó en 2003 con la epidemia de SARS en el aeropuerto de Singapur, el reciente brote de coronavirus le ha dado un impulso impensado hasta para el propio sector. Sus principales proveedores mundiales reconocen haberse visto desbordados por la demanda que se desató a principio de este año por el temor a que la enfermedad siga avanzando hasta convertirse en una epidemia global.

Sus principales proveedores hoy se hallan desbordados por la demanda que desató el brote viral

 

Pero así como son cada vez más los sectores que incorporan esta tecnología, en las últimas semanas se han multiplicado también las voces que advierten que no es ciertamente una panacea y que, por el contrario su uso hasta puede llegar a resultar pernicioso porque crea “una falsa sensación de seguridad”.

RÁPIDAS Y MUY PRECISAS

A diferencia de las cámaras de video tradicionales, las termográficas detectan y miden la radiación emitida por las personas que pasan frente a ellas permitiendo así conocer cuál es su temperatura temporal. De esta forma, cuando una medición supera los 38 grados, es posible detectar entre un grupo de individuos a aquel que presenta fiebre y podría estar cursando alguna enfermedad. De ahí que su uso haya venido creciendo sobre todo en terminales aéreas y puestos de control de migraciones como un filtro sanitario.

Comparada con la forma tradicional de medición de temperatura corporal -un termómetro enfocado hacia la frente del a persona- las cámaras termográficas no sólo ofrecen la ventaja de evitar todo contacto, reduciendo de este modo el riesgo de contaminación cruzada, sino que por sobre todo aceleran significativamente los tiempos de medición.

Como señalan desde Dahua Thermal Solution, una de las firmas líderes del sector, “mientras que con un termómetro de frente se requieren aproximadamente 4,2 horas para medir la temperatura de 5.000 personas, con una cámara térmica sólo se necesitan 30 minutos y obteniendo un alto nivel de precisión”.

Si bien reconoce que “hay muchos factores que pueden influir en la medición, como la vestimenta de las personas, la temperatura del ambiente y los diversos elementos que forman parte de la medición, como teléfonos, pantallas u otros objetos”, lo que obliga a adecuar el sistema a los valores del entorno, “las cámaras térmicas cuentan con un nivel de precisión que les permite detectar patrones de temperatura corporal con un nivel de diferencia de unos 0,3 grados”, asegura María Florencia Comeron, gerenta de Marketing de Dahua.

UN SECTOR DESBORDADO

Con estas ventajas frente a los métodos tradicionales de medición no es de extrañar que el brote de coronavirus haya convertido a las cámaras termográficas en uno de los recursos de control más utilizados a nivel global. “Fue un acontecimiento que cambió por completo la situación de nuestro sector”, reconoce Eran Bluestein, director comercial de la sociedad israelí Opgal, que como la mayoría de empresas que venden cámaras térmicas se halla por estos días desbordada por pedidos provenientes de todo el mundo. “Las primeras reservas que teníamos al inicio de la crisis se agotaron en 24 horas y el ritmo sigue constante”, asegura.

También la compañía francesa Lynredu, que fabrica sensores para este tipo de cámaras, reconoce “un alza en la demanda” . “Muchas infraestructuras están interesadas por esos dispositivos, empezando por los lugares de tránsito, como transportes públicos, hospitales o hoteles”, explica el director de estrategia de la firma, David Billon-Lanfrey, al señalar que estos dispositivos, al detectar a las personas posiblemente infectadas, evitan tener que poner en cuarentena a toda una fábrica o un hotel.

“No tuvimos descanso desde el Año Nuevo Chino. Estamos trabajando tan rápido como podemos”, asegura por su parte Thomas Chen, gerente de ventas de Wuhan Guide Infrared, una firma china que además de ser el mayor fabricante mundial de componentes para cámaras térmicas posee otra curiosa característica: su sede está en la misma ciudad donde a fines del año pasado arrancó el brote que hoy amenaza convertirse en una epidemia global.

CUESTIONAMIENTOS

Lo cierto es que pese a su actual popularidad, no todos los gobiernos apuestan a las cámaras termográficas para evitar la propagación del virus a su territorio y, algunos de ellos, como es el caso de Francia, hasta consideran que podría ser un error.

“Todos los expertos coinciden en afirmar que brindan una falsa seguridad. Es un símbolo que no sirve para nada salvo satisfacer a la población”, dijo en enero Agnès Buzyn, cuando todavía era ministra de Sanidad de ese país. Y los mismo dejó entrever el ministro de Salud argentino Ginés González García cuando, al confirmar México el primer caso de coronavirus en su territorio, comentó que los controles térmicos incorporados a los aeropuertos mexicanos no sirvieron para impedir el ingreso de la enfermedad.

Tampoco la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce el uso de cámaras térmicas como una prioridad por las propias limitaciones del sistema. Y es que más allá de que tener fiebre no equivale necesariamente a estar infectado con una enfermedad contagiosa, una persona infectada por coronavirus puede atravesar los controles térmicos sin ser detectada si tomó algún medicamento antifebril.

 

+-0,3
grados es el margen de error que tienen algunas cámaras termográficas al medir la temperatura corporal de una persona que pasa frente a ellas, lo que les da un alto nivel de precisión.
30
minutos aproximadamente le toma a una cámara termográfica determinar la temperatura de unas 5 mil personas, casi nueve veces menos de lo que demanda a una persona hacerlo valiéndose con un termometro direccional.

 

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