Esponjas Konjac: furor en el mundo beauty
Edición Impresa | 12 de Abril de 2020 | 08:36

Konjac es una planta que da a luz a una sola hoja grande. De color verde con tonos violáceos, puede alcanzar hasta 1,3 metros de altura y en su base se encuentra un rizoma esférico y tuberoso. que puede desarrollarse hasta medir 30 centímetros de diámetro y pesar cuatro kilos en promedio. Su composición es un 95 por ciento de agua y el resto minerales.
Los tubérculos de konjac son comestibles como un vegetal y también se utiliza para producir harina. Pero tiene un uso más, que es el que está causando furor en el mundo beauty: esponjas de limpieza.
La esponja Konjac, que es uno de los básicos de la cosmética coreana, está fabricada con fibras cien por cien naturales (de hecho, es biodegradable), y su cometido no es otro que limpiar en profundidad la piel del rostro, además de exfoliarla eliminando las células muertas e imperfecciones de la tez de forma delicada, pero efectiva.
De hecho, como es una planta alcalina con PH neutro, esta esponja ayuda a estimular la circulación sanguínea y la regeneración natural de las células de la piel sin dañarla.
Claro que no es lo que parece a primera vista, porque al tacto su superficie es rugosa y áspera, pero cuando entra en contacto con el agua y se humedece, se vuelve blanda y suave. Esto sucede por la capacidad de sus fibras naturales de capturar y absorber el agua para ir liberándola gradualmente mientras se usa.
Debido a su origen natural, las esponjas konjac están recomendadas para todo tipo de pieles (grasas, secas, sensibles, mixtas...), ya que ayudan a resolver cualquier problema, sobre todo por su efecto calmante. Puede usarse por las mañanas antes de aplicar las cremas y el maquillaje para conseguir un mayor efecto de los productos, como por la noche, para eliminar la suciedad depositada en la piel durante todo el día, además de los restos de cosméticos presentes en ella.
CÓMO USARLA
Lo primero que hay que saber es que antes de pasarla por la piel, hay que humedecer la esponja con agua templada y escurrirla para eliminar el exceso de líquido.
A continuación, aunque no es necesario, se puede añadir una pequeña cantidad de producto limpiador a la esponja. Con eso se conseguirá una limpieza más profunda.
Una vez humectada, la esponja debe deslizarse por el rostro en pequeños movimientos circulares, realizando un suave masaje por toda la cara.
Una vez finalizado el masaje, se debe enjuagar la esponja con abundante agua, escurrirla y dejarla secar; algunas tienen una pequeña cuerda incorporada para que sea más cómodo.
Para desinfectarla, hay que sumergirla de vez en cuando en agua hirviendo para limpiarla y eliminar las bacterias que se depositen en ella.
Algunos recomiendan guardarla en la heladera (una vez seca) para mantenerla fresca y conservarla en perfecto estado si no se va a usarla durante un tiempo. Además, dura intacta alrededor de dos meses; una vez veas que las fibras están dañadas, es el momento de comprar otra nueva.
PARA CADA TIPO DE PIEL
Hay distintas esponjas konjac, y cada una es beneficiosa para un tipo de piel en particular.
La blanca, por ejemplo, está elaborada con konjac puro y está indicada para todo tipo de pieles.
Sin embargo, la negra, a base de carbón de bambú, es perfecta para pieles jóvenes, con acné y manchas.
La esponja verde toma ese color de la arcilla verde francesa con la que se elabora y está indicada para pieles mixtas y grasas.
Las pieles maduras y secas también tienen la suya, que es roja como al arcilla roja francesa.
A las pieles más deshidratadas y sensibles se les recomienda la esponja rosa, por el rosa de la arcilla.
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