A 27 años de un ascenso histórico, que se definió recién en tiempo extra

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Por LEANDRO DUBA

lduba@eldia.com

Ya pasaron 27 años del tercer ascenso de la historia de Villa San Carlos y todavía perduran los ecos de aquella final dramática y electrizante ante Acassuso, que se jugó el sábado 10 de abril de 1993, en la cancha de Independiente.

El Celeste, de la mano del “Chueco” Daniel Marchioni, y “Susso”, conducido por la dupla Borrello / Pollero, llegaron cabeza a cabeza y finalizaron primeros con 42 puntos, por lo que hubo que ir a desempate, en cancha neutral.

El viejo estadio de Independiente, conocido como la Doble Visera, fue el escenario elegido por la AFA (Daniel Vázquez, el árbitro) para definir cuál de los dos equipos se iba a quedar con el ascenso a la Primera División C.

El equipo: Ferreyra; Daher, Pasquarelli y C. Rodríguez; Segovia, Bressa, Risso y Resiga; Messera, Bordón y Govoni

 

Villa San Carlos había generado una enorme expectativa en sus hinchas a partir de la conformación de un grupo que entendió a la perfección la idea futbolística de Daniel Marchioni. Sustentado en el orden táctico, la entrega y la capacidad individual y colectiva de sus hombres, el Celeste se metió rápidamente en la pelea.

Demostró que estaba a la altura de las circunstancias y jamás de apartó su principal objetivo: el ascenso.

Y así fue que después de 30 fechas, el equipo de Berisso llegó como líder del torneo con 42 puntos, al igual que Acassuso, que a lo largo de la competencia le había ganado los dos partidos anteriores (0-2 y 0-1, respectivamente).

LA FIESTA SE TIÑÓ DE “CELESTE”

El duelo de desempate ya estaba cantado. Según las crónicas periodísticas publicadas por este diario, San Carlos arrancó mejor. Con iniciativa y dispuesto a marcar los tiempos. Con un Hermindo Segovia dinámico e inteligente para cortar y entregar; con una defensa firme y sólida; una línea de volantes que leyó muy bien los momentos críticos del partido, y en donde Bressa, el “Pincha” Risso y el Caño Resiga fueron los dueños por entrega y personalidad. Y una ofensiva punzante y agresiva, conformada por Gabriel Messera, el Negro Bordón y Marcelo Govoni, que lastimó cuando quiso.

Acassuso también tenía lo suyo. Estaba considerado como el “cuco” de la categoría. Bien estructurado y con oficio, le planteó a San Carlos un partido cerrado y complicado.

A los 17 del primer tiempo, Héctor Moreno, un delantero picante y salido del “potrero”, conectó un centro enviado desde la izquierda (en aparente posición adelantada), para establecer la primera emoción de la tarde.

San Carlos hizo todo el gasto, pero sus intentos no prosperaron. Por eso se fue al descanso en desventaja, pero confiado de su propio potencial futbolístico.

En el complemento, el Celeste salió a quemar sus cartuchos. Y de entrada, nomás (a los 3), encontró el empate a través del Negro Gabriel Bordón, quien aprovechó una salida defectuosa del arquero Claudio Gómez para provocar el delirio de una verdadera multitud que acompañó al equipo hasta Avellaneda. Se terminaron los 90 y no había ganadores. Hubo que prolongar la agonía por media hora más.

En ese suplementario, el Celeste sacó a relucir su amor propio y hambre de gloria. Casi sin piernas por el enorme desgaste, se la “jugó”. Y le salió redondito. Porque en esa segunda parte del tiempo “extra” volvió a poner lo que había que poner para definir el partido. Y llegó aquel gol de Marcelo Govoni, que ya ingresó a la historia y que significó el grito de la victoria y del ansiado ascenso a la Primera C.

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