La historia de Pilar, o cuando el amor y la belleza se impusieron sobre la muerte
Edición Impresa | 17 de Mayo de 2020 | 02:40

En abril de 2010 Pilar era como cualquier nena de 5 años, iba a la última salita del jardín, amaba treparse a los árboles, escuchar cuentos y dibujar nenas con pestañas largas. Fue entonces cuando los médicos descubrieron que tenía cáncer. Su mamá Paula Kriscautzky, que es maestra jardinera, se tomó licencia en
el jardín donde trabajaba. Cada 28 días, Pilar se
internaba en el Hospital de Niños para hacerse quimioterapia y, cada vez que podían, se cruzaban al
Parque Saavedra a tomarse un respiro de la enfermedad.
A cada sesión de quimioterapia la afrontaban con valijas llenas de acuarelas, juegos, hojas y lápices. Y los libros se ganaron un lugar central, en particular “Del otro del árbol”, de la francesa, Mandana Sanat. Un día, entre todos esos tan difíciles del tratamiento, Pilar le dijo a su mamá que sería lindo que las enfermeras llevaran libros y crayones, además de remedios e inyecciones, una frase que marcó a fuego a la familia.
Cuando Pilar estaba ya muy enferma, Paula buscó a Fernando Rigone, un escultor urbano al que le pidió “una obra que representara a Pilar”. Y él, que la conoció, la hizo: se llama “Nenas que juegan para siempre”.
Pilar murió en enero de 2011, después de un viaje en el que se despidió del mar y de las cataratas, jugó con sus hermanos y con sus papás. Al poco tiempo
Fernando, el escultor, le contó a Paula de un galpón abandonado en el Parque. Ella fue a la Municipalidad y le cedieron ese espacio que familiares y amigos fueron limpiando, así como muralistas y artistas llenaron de color. Los libros de Pilar fueron los primeros entre los miles que se le fueron sumando para deleite de los chicos que se acercan a ese espacio que abrió sus puertas el 2 de abril de 2011, cuando ella hubiera cumplido 6 años.
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