Melisa, de Tolosa, del viaje soñado a la cocina llena de hormigas y cucarachas

Hace un mes que está varada en una de las Islas Fillipinas. La pandemia aceleró la ruptura con su pareja, un australiano que se volvió.

Por Hipólito Sanzone

Sola, es lo más simple y contundente. La palabra que mejor contiene lo que le pasa a Melisa Cernadas (26), una chica de Tolosa varada hace un mes en una de las Islas Fillipinas. Sola, porque su pareja se fue; porque el dinero se le termina y no recibe ayuda; porque no encuentra respuesta ni contención de parte de la diplomacia argentina. Y además, porque como si tanta soledad no fuera suficiente, es casi seguro que Melisa sea la única argentina en Puerto Princesa, la capital de la isla de Palawan, una de las 7.107 que forman ese archipiélago en medio del Océano Pacífico.

Sola está Melisa, en medio de una cuarentena que apenas le permite salir de vez en cuando a comprar "lo de siempre" para comer. Sola, entre las hormigas y cucarachas que se pasean por la cocina del hostel donde por ahora se refugia.

"La verdad es que el lugar es bastante sucio, la cocina está llena de hormigas y cucarachas, pero es de los pocos hostels que aceptan gente y además, es el más barato", cuenta Melisa.

Melisa viajó desde Tolosa con planes que la pandemia derrumbó. El principio fue llegar a Palawan a mediados de febrero para reencontrarse con su novio australiano, al que había estado cuatro meses sin ver. Desde allí la idea era llegar a Australia donde ya tenía un lugar en un difundido programa, el Working Holiday, que permite trabajar con un permiso temporario y hacer turismo en el tiempo libre.

Pero la pandemia fue echándole sombras a los planes y los sueños, empezando por la ruptura con su pareja.

"Algo tuvo que ver, la realidad es que no sé cuándo podré ir a Australia, podrían ser meses o un año, así que decidimos terminar. Si, sin duda todo es culpa de la cuarentena y de esta situación", admite Melisa.

El gobierno australiano dispuso un vuelo de repatriación exclusivo para sus ciudadanos. El avión partió desde Manila, la isla más grande, la capital. Y ahí la soledad de Melisa se hizo cada vez más pesada y difícil de sostener.

"Arroz o fideos, como lo mismo todos los santos días porque no puedo darme el lujo de comprar otras cosas. Los negocios están abriendo de a poco y hace unos días se flexibilizó la cuarentena pero solo para algunos trabajadores, de manera que yo como turista no tengo chances de salir. El gobierno Filipino no nos cobra penalidades por tener la visa vencida, pero tampoco estoy segura si nos perdonarán el cobro de la extensión por cada mes que son alrededor de 70 dólares. Hace unos días me dí un lujo: me compré un pancho".

Hay 26 argentinos en Fillipinas, varados en diferentes islas y conectados por whatsapp. Melisa dice estar convencida que es la única en Puerto Princesa.

El panorama es incierto y desesperante. La cancillería no da respuestas y las informaciones que llegan, lejos de traer calma agitan más todavía. "Nos decían de tomar un ferry hasta Manila y de ahí un avión a Madrid por 850 euros. Una locura como la de un vuelo por 4.500 dólares que nadie sabe cuándo saldría. Todo es así de confuso, nadie ayuda. A mis padres en La Plata no puedo pedirles porque acá es todo en dólares y usar la tarjeta es pagar un 30% más".

Sola, completamente sola Melisa.

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