La educación en Brasil, un escándalo
Edición Impresa | 3 de Julio de 2020 | 01:53

RÍO DE JANEIRO
La educación en el Gobierno de Jair Bolsonaro parece negada a despegar. Tras año y medio de polémicas, dos ministros a bordo y un tercero que ni siquiera pudo asumir, la cartera con mayor presupuesto en el Gabinete en Brasil sobresale en activismo, pero reprueba en gestión.
Con un fuerte recorte presupuestario y una gestión deficiente donde destacan la falta de planeación y de políticas públicas, las perspectivas no son optimistas para el sector. A eso se suma la crisis causada por el coronavirus, que desde hace cuatro meses tiene paralizadas las clases en colegios y universidades de Brasil (segundo país más afectado por la pandemia en el mundo) y que por el descalabro económico provocado reducirá aún más los dineros para la educación y aumentará problemáticas ya existentes como el abandono escolar.
Si bien los problemas de la educación en Brasil vienen de tiempo atrás y los ajustes presupuestarios comenzaron a sentirse con más fuerza a partir de 2015, por la crisis económica que estalló en el país y que se extendió hasta 2016 ocasionando una retracción de casi 7 puntos porcentuales en los dos años, el sector ha perdido completamente el rumbo con el Gobierno de Bolsonaro.
Durante el año y medio de mandato que lleva el líder ultraderechista ya son tres los ministros que han llegado a la cartera, siendo el economista Carlos Alberto Decotelli, el más reciente y el más fugaz, con tan solo cinco días designado y sin ni siquiera alcanzar a asumir como titular, tras pedir su renuncia por un escándalo por falsedades en su currículo. Se trata del mayor número de ministros que ha tenido esa cartera durante un Gobierno desde la redemocratización en Brasil, en 1985.
Decotelli iba a reemplazar a Abraham Wintraub, un agitador de la ultraderecha que durante catorce meses encabezó una “cruzada” contra lo que consideraba “marxismo cultural” en la educación y quien renunció en medio de polémicas por comentarios racistas y antidemocráticos por los que la Corte Suprema hasta lo incluyó en una investigación.
El primer ministro de Educación que tuvo Bolsonaro duró poco más de tres meses y fue el filósofo colombiano naturalizado brasileño Ricardo Vélez Rodríguez, quien renunció tras implicarse en diferentes discordias con sectores del Gobierno y el Parlamento. Declarado públicamente como un anticomunista, Vélez promovió “avalar” la dictadura en los textos académicos de las escuelas y puso al fallecido capo del narcotráfico, Pablo Escobar, como ejemplo de conducta por evitar que los jóvenes consumieran droga en las escuelas.
El hecho que los jefes de la cartera se hayan destacado por esas “cualidades” es algo que para los mismos estudiantes solo evidencia “el desprecio que por la educación tiene este Gobierno”.
Cuando Bolsonaro asumió como presidente de Brasil, el Ministerio tenía un presupuesto de 118.400 millones de reales (unos 21.925,9 millones de dólares), al que le fueron cortados 9.650 millones de reales (unos 1.787 millones de dólares) para 2020. (EFE)
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