Un vínculo emocional
Edición Impresa | 23 de Agosto de 2020 | 05:23

“No puedo decir que la radio es mi vida, pero la radio cubre un territorio muy grande de ella porque empieza siendo la ilusión de la infancia. Para una generación de argentinos la radio hogareña es un símbolo de la infancia y luego, en mi caso, se transformó en la posibilidad de concretar mi vocación. Es un camino muy largo que hoy me encuentra desaprendiendo todo para aprender. La presunción es que la radio flaquea, pero es un problema semántico. Cambian muchas cosas, pero el espíritu es el mismo. Mantenemos la parte esencial que es querer llegar a alguien. Ahora le ponemos imagen y sigue siendo radio. Para mi, todo lo que suene es radio”, dice Julio Lagos del otro lado del teléfono. Periodista y locutor, es un emblema de la radiofonía argentina y uno de los precursores de la transformación de la radio en los `90. Cuando parecía que el avance de la tecnología podía hacerla desaparecer, él tomó esa modernidad y la hizo radio.
El martes 13 de mayo de 1997 Julio hizo la primera transmisión de radio por Internet y así cuenta esa historia: “Un día me invitan unos muchachos que trabajaban en la empresa que conformaban Telecom y Telefónica, que eran los encargados de presentar lo que era Internet en Argentina. Les hice un desplante y no fui a la cita, pero me volvieron a invitar. Esa mañana llegué a una oficina donde había una pantalla y pensé que iban a pasar aburridas diapositivas. Los muchachos parecían nerviosos y yo me estaba por ir porque no entraba la señal. Pero de repente hubo conexión. Primero apareció la Casa Blanca, luego Clinton y antes de que me levantara apareció el gato que maulló”, relata recordando la sorpresa que tuvo al escuchar al felino.
“Pensé que si eso tenía sonido, me servía para la radio. A partir de ahí empecé un aprendizaje elemental y llegué a transmitir en la radio por Internet. En ese momento del país muchos jóvenes que eran duchos digitalmente se estaban yendo del país y casualmente se radicaban en ciudades con mejor Internet, por lo que podían ser oyentes a distancia. Teníamos el chat en vivo con gente de todos lados. Le hacía un reportaje a un ministro y alguien desde Israel me mandaba preguntas para él. Los entrevistados creían que les estaba mintiendo. Era internet, pero seguía siendo radio. Dos años después puse la cámara en el estudio para poder hacer juegos visuales para los oyentes que nos podían ver. De esa forma también complementábamos la tanda. Antes el vínculo con el público era por carta y hoy es por videos de videollamadas. Cada vez tengo más conexión con ellos. Muchos creían que se iba a enfriar la relación con la gente y es todo lo contrario. No creo en la ruptura ni en la desaparición. Hay enriquecimientos que nos obligan a reinventarnos”, opina Lagos.
La cercanía del vínculo que genera con sus oyentes puede resumirse en una anécdota reciente que lo sorprendió: “la semana pasada una mujer me escribió por mensaje privado en Facebook contándome que tenía mi sangre. Esta señora es de Tres Arroyos y cuando era chica tuvo una enfermedad y sus padres la trajeron a Buenos Aires. Durante su tratamiento necesitó dadores de sangre y sus padres se acercaron a la radio para que pasemos el pedido. Pero además yo también doné y le regalé una muñequita. Ella me agradecía por ese gesto y me autorizó a que lo compartiera en mis redes sociales. Esta historia apareció ahora gracias a Facebook, quizás años atrás me escribía una carta, pero la cercanía sigue estando”.
La radio para mí es un vínculo emocional que está del otro lado. Lamento que haya sido invadida por la política a través de los comentaristas, que no diferencian secciones y que generar el chimento, la discordia. La radio un poco se convirtió en eso y los artistas del medio han tenido que dejar su espacio. Por eso aparecen los podcast que han estallado en todas partes”.
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