Civitas y Universitas
Edición Impresa | 6 de Agosto de 2020 | 03:24

Luciano Sanguinetti
lpsanguinetti@gmail.com
Uno de los grandes semiólogos argentinos, Eliseo Verón, señaló que el avance definitivo de la red digital en el mundo comportaba dos transformaciones cualitativas. Una en relación al conocimiento y la otra en la relación con los otros.
En la primera, los motores de búsqueda como Google o Yahoo con su infinita capacidad de facilitar el acceso al saber (hoy cuestionada según el último informe de la Autoridad de la Competencia del Reino Unido, que nos anuncia las limitantes que para el libre acceso a la información implican unas pocas plataformas dominantes) revolucionan las instituciones tradicionales de difusión de la cultura como el libro o la escuela.
Como señaló Patricio Lorente, autor de Wikipedia, el conocimiento hereje, en la red hay hoy inventos extraordinarios en materia de nuevas formas de acceso al saber. Wikipedia es una, quizás la más novedosa, dentro de las formas históricas de distribución del conocimiento, en linea con la ambiciosa Enciclopedia de la Ilustración, con la diferencia que no la producen un puñado de sabios, sino millones de personas interesadas en compartir lo que saben. En linea con el aforismo de Pierre Levi: “nadie sabe todo, todos sabemos algo”.
En la segunda, las redes sociales como Facebook, Twitter o Instagram y su imparable capacidad de conexión acercan a las personas más allá de las distancias. Así se produce una segunda revolución: la de las multitudes. Miles o millones de personas pueden hoy convocar a una movilización o propalar un mensaje que circule globalmente, como la campaña reciente de las mujeres que comparten una foto en blanco y negro como protesta por la violencia machista en Turquía.
Hay una conciencia global imparable, aunque también existan, en simultáneo, mensajes de odio o fake news. Contra esas dos patologías del mundo digital, nacieron hace más de 500 años dos instituciones fundamentales de la modernidad: la ciudad y la universidad. En la primera se funda la posibilidad de vivir juntos, la civitas, que en latín significa el “conjunto de las personas”. En la segunda, el imperio del “conocimiento sobre las cosas”: la universitas. Y no es una paradoja, que ambas nacieran juntas, allá por los siglos XII y XIII, cuando se fundaron casi al unísono en Bolonia o Paris.
Este hecho vuelve a poner de relieve la paradoja del mundo digital, mientras que muchos piensan que extiende los horizontes humanos, en realidad los acorta, en el tiempo y en el espacio, por eso ahora todo parece poder caber en la palma de una mano. Estamos saliendo, quizás en poco tiempo más, de una experiencia traumática. Haber vivido el encierro en la ciudad y tener que descifrar en las pantallas digitales el horizonte del mundo. No perdamos de vista esta nueva memoria para pensar nuestra ciudad futura.
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