El culto a la juventud y la lucha contra el envejecimiento

Se ha formado en La Plata una Organización No Gubernamental (ONG), sin fines de lucro, con diversidad ideológica. Con pasiones deportivas distintas pero una clara identificación por el amor al deporte, a la buena música de todos los géneros, y cuya objeto fundacional es practicar el buen gusto, la discreción, la mesura y el olvidado arte de ser razonables. Como todos han nacido por la mitad del siglo pasado, años más o años menos, han adoptado el nombre de “EXPERTOS EN VIVIR” y como lema “Sigamos en nuestro camino con todo el empuje”. Han sido acusados de idealistas utópicos o de románticos incurables pero han seguido y aprobado su estatuto fundacional y una declaración de principios y planean ni bien terminado el aislamiento, tramitar su personería jurídica. Con espíritu sanmartiniano y alguna inspiración en los próceres de mayo, funcionan al modo de las logias patrióticas: todavía en forma reservada y discreta aunque no hay secretismo ni masonería. La primera asamblea se celebrará en La Plata en cuanto se autoricen las reuniones presenciales o en la costa si se habilita como han anunciado.

Presumen que su expectativa de vida se estira y afirman que es posible y hasta imprescindible sacar partido de su experiencia (de allí la expresión EXPERTOS EN VIVIR) y, dicen: si el orgullo gay, gordo, negro y el de otras minorías fueron pasos que enaltecen nuestro tiempo, el orgullo sénior será el más revolucionario de todos. Como entre los patriotas de mayo circulaba el Contrato Social de Juan Jacobo Rousseau o “El Espíritu de las leyes” de Montesquieu, entre los militantes de la causa se lee con dedicación “Elogio de la experiencia”, el nuevo libro del escocés Carl Honoré, Las entregas de “Viejo smoking”, de Cecilia Absatz, con su humor fino y su pluma dulce, o el libro “Revolución Sénior”, del platense Sebastián Campanario; esas lecturas alimentan sus energías levantiscas.

Si Giuseppe Verdi estrenó su ópera Falstaff a los 79 y Frank Lloyd Wright terminó el museo Guggenheim de Nueva York a los 91, ¿por qué nos angustia tanto la idea de envejecer? “El culto a la juventud es una de las obsesiones más recurrentes de nuestra sociedad”, escribe Honoré: “Se da la paradoja de que hoy en día, cuando alcanzamos cotas de longevidad antes impensables y con una alta calidad de vida, hacerse mayor, antaño sinónimo de respetabilidad y experiencia, ha adquirido valores peyorativos”. En trescientas páginas de testimonios inspiradores, más cerca del periodismo de fenómenos que de la literatura de autoayuda, Honoré registra los primeros pasos de lo que será un gran movimiento: considerar el envejecimiento un privilegio en lugar de un castigo.

La revolución de la longevidad necesita un estímulo individual (abandonar las ideas sombrías sobre el paso del tiempo) y un cambio colectivo: llegará el día en que decir “¡viejo de mierda! Será considerado delito grave de discriminación además de una estupidez y tan inaceptable como insultar a alguien por una limitación física o una creencia religiosa.

Se dice con frecuencia que “los 60 son los nuevos 40” como si llegar a los 60 fuera algo que se debería evitar y no algo a lo que aspirar.

“Cumplir años es obligatorio; envejecer es opcional”: el viejo adagio de Groucho Marx, frase de cabecera de una gran estrella argentina (Teté Coustarot: 70 años asumidos con plenitud y belleza) resume un mandamiento de este ajetreado Siglo 21.

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Con el propósito de ser escuchados sin pretensiones ni soberbia, sin creerse dueños de la verdad, pero con la esperanza que estos tiempos extravagantes y despistados, puedan encontrar el camino que marcaron esos próceres en quienes se inspiran, cuando recuperen la sensatez, comprendan que todo nos ha sido dado por el esfuerzo de nuestros perseverantes antepasados que desarrollaron las ciencias, las artes, dignificaron el trabajo, lucharon por la libertad y por la igualdad, tarea inconclusa, por cierto, y que será siempre inacabable; en suma, cuando aprendan a respetar nuestra historia y a tener un poco más cerrada la boca y más abiertos los oídos, entonces, tal vez, encuentren el camino que han perdido.

Los que han vivido muchas décadas necesitan la savia nueva de los jóvenes, pero los jóvenes requieren de la sabiduría mansa de su padres y sus abuelos.

La revolución sénior está en marcha, silenciosa pero poderosa, ha llegado a La Plata, sin estridencias pero inspirados en su lema. Sigamos nuestro camino con todo el empuje. Sean bienvenidos.

(*) Abogado