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Paula Cancio: “No queda otra que vivir en el hoy, porque del mañana nadie sabe”

La actriz española que conquistó a los argentinos con sus personajes en los proyectos más exitosos de la tevé nacional, navega por las aguas inciertas de este presente en el que asegura estar “aprendiendo a vivir”

Paula Cancio: “No queda otra que vivir en el hoy, porque del mañana nadie sabe”

Paula Cancio, la española que le dijo “hasta luego” al público argentino / Moisés Fernández Acosta

María Virginia Bruno

María Virginia Bruno
vbruno@eldia.com

6 de Septiembre de 2020 | 05:56
Edición impresa

A los 35 años, Paula Cancio (Madrid, 1985) logró lo que no muchas: convertirse en la actriz española que, gracias a sus desafiantes personajes, se ganó el corazón de los argentinos; un público del que la separa ahora un “hasta luego”.

Su entrada a la industria argentina fue por la puerta grande. En 2016 vistió las misteriosas pieles de Nurith Torres en “La Leona” (Telefé), un “ángel de día y diablo de noche” con el que encendía la pantalla del prime time. Y luego llegarían otros proyectos como “El Marginal 2” (TV Pública), donde interpretó a la pareja del protagonista, Esteban Lamothe, o “100 días para enamorarse” (Telefé), en la que se tuvo que borrar su acento madrileño para hablar como una argentina más.

Cancio, que se graduó en la UAM en la Licenciatura en Psicología, una carrera que sin embargo nunca ejerció, fue parte el año pasado de dos de las ficciones más vistas: en “Argentina, tierra de amor y venganza” (El Trece) le prestó el cuerpo a Ágatha, una mujer obsesionada con Torcuato (Benjamín Vicuña); y en “Pequeña Victoria” (Telefé), la serie que abrió el debate sobre las nuevas formas de maternidad, se animó a un romance homosexual.

En paralelo a estos proyectos en la pantalla chica, Paula nunca dejó de hacer teatro en la cartelera porteña con Miguel Ángel Solá (69), su pareja, con quien giraba durante los fines de semana. Por La Plata pasaron con dos espectáculos: “El Diario de Adán y Eva: Hoy” y “Doble o Nada”, con el que se despidieron el año pasado del público argentino antes de regresar a España, donde están instalados junto a su pequeña hija Adriana (7).

Desde Madrid, afrontando la enésima mudanza, la actriz se toma un tiempo entre las cajas apiladas y dialoga con EL DIA sobre cómo atraviesa este contexto particular, las estrategias familiares que utilizaron para pasar el aislamiento, sus planes pausados y su carrera en el universo interpretativo que escribió un generoso capítulo en nuestro país, con final abierto.

“Amo crear personajes y cuanto más alejados de mí, más me divierto”

 

-¿Cómo te encuentra este presente?

-Estoy aprendiendo a vivir con verdadera incertidumbre. Mi profesión se caracteriza por ser incierta pero cuando, por suerte, encadenas una buena racha de trabajo parece que se te olvida. Ahora no queda otra que vivir en el hoy, porque del mañana nadie sabe.

-¿Qué nos podés contar sobre la situación actual en España?

-La situación actual es muy incierta, debido a los rebrotes que se están sucediendo por todo el país. Por el momento sólo nos queda ser responsables y aprender a vivir con este virus hasta que aparezca una vacuna.

-¿Cuál ha sido la imagen más fuerte que te ha tocado vivir?

-Han sido muchas las imágenes fuertes durante esta pandemia, pero quizá la que más me impactó fue ver cómo la pista de hielo del shopping al que acudía con mi hija, se convertía, por el desborde en el número de fallecidos, en el depósito de cadáveres por COVID. Eso fue muy fuerte.

-¿Cómo han afrontado desde lo familiar el encierro? ¿A qué los ha desafiado?

-Desde la máxima aceptación del otro. Nos puso en bandeja una oportunidad de oro para ver realmente a las personas con las que convivimos. Y a partir de ahí aceptarlas y tratar de llegar a acuerdos, y respetar espacios para hacernos la vida más fácil a todos. No siempre lo conseguimos, pero aprendimos que no queda otra si queremos que la convivencia funcione.

-Tu familia vive también en España. ¿Cómo lo han pasado ellos?

-Con muchas precauciones, sobre todo mis padres, que, por edad, son personas de riesgo. Así que ahora, aprovechando el verano y las salidas a espacios abiertos, hemos podido verles más, pero hemos tenido que cambiar el modo de expresar nuestras muestras cariñosas. Los besos y abrazos, por el momento, no están permitidos.

-¿Pudiste conectarte con lo artístico de alguna forma durante el aislamiento?

-Aparte de algunas lecturas de poemas por instagram, de forma activa no he hecho mucho más. Lo que sí, he estado viendo muchos trabajos de compañeros que quería ver en series y pelis. Y ha sido muy nutritivo ver sus laburos.

-Desde lo profesional, ¿qué ha sido más duro? ¿Estar atravesando el parate o imaginar con incertidumbre lo que vendrá?

-Un poco todo. Sentir que los artistas estamos bastante olvidados, políticamente hablando. Somos uno de los últimos sectores a los que se les presta atención en las crisis y sin ayuda, es difícil reactivar ningún sector.

El parate ya lo he vivido en otras ocasiones pero siempre confiabas en que algo saldría, sólo había que estar preparado para cuando surgiera la oportunidad. Ahora la cosa se agrava, porque no sólo dependen de los proyectos que surjan y el interés por parte de los productores de contratarte, sino que también depende de un virus.

-¿Qué proyectos quedaron en stand by por la pandemia?

-En marzo, cuando estalló la pandemia en España, estábamos armando la vuelta al teatro en Madrid, con la obra “Doble o Nada” que protagonizo junto a Miguel Ángel Solá. Y estábamos a punto de comenzar a impartir un curso de interpretación en una escuela de Madrid.

-¿Cuáles son los planes para cuando se pueda reactivar?

-Serán similares sabiendo que los tiempos demorarán y las maneras a las que veníamos acostumbrados también, ya que los aforos, por seguridad se han visto reducidos al 30% de su capacidad. Tengo dos pelis a estrenar que, ojalá, puedan verse pronto.

“Aprendo mucho de Miguel Ángel, es una masterclass diaria”

 

-Hasta que volvieron a España, estabas sembrando tu carrera en Argentina con importantes participaciones en la tevé. ¿Cómo viviste esas experiencias?

-Las viví con la ilusión de una niña con zapatos nuevos, como decimos en España. Me encanta la forma de laburar que tenéis en Argentina, se escucha mucho a los actores y se tienen muy en cuenta sus aportaciones. La televisión es muy rápida y eso me exigió ser eficaz y flexible, a la vez. De cada proyecto, me llevo unos recuerdos hermosos, sobre todo, en la parte personal.

-Te tocó ponerle el cuerpo a personajes desafiantes, de muchos matices, algunos fuertes, empoderados. ¿Te hubiera gustado interpretar otro tipo de papeles?

-Amo crear personajes y cuanto más alejados de mí, más me divierto buceando en esas partes de mi que no conozco. Por eso, la mayoría de los personajes que me dieron, fueron un regalo, porque no tenían, a priori, nada que ver conmigo. ¡Hacer de mala me encanta!

-Antes de venirte a vivir a nuestro país te tocó interpretar a una argentina “cargante y egocéntrica” en la película “Felices 140”, de Gracia Querejeta. ¿Cómo te preparaste para este papel?

-Sí, mi amada Clau (risas). Me lancé a la pileta. Llevaba seis meses desde que nació mi hija, cuando apareció el casting. El elenco era soñado, la historia y la directora también. Así que le eché cara y me lancé. Convivir con un argentino y ser fan del cine argentino creo que me ayudó bastante a lograrlo.

-En todo este tiempo, no has dejado de trabajar junto a Miguel en teatro. ¿Qué es lo que más te entusiasma de esa posibilidad?

-Aprendo muchísimo con él, es una masterclass diaria. Además siento que tenemos una química fantástica sobre el escenario, nos entendemos con miradas y nos nutrimos mucho mutuamente.

-¿Cuántos años llevan juntos? ¿Cómo les ha cambiado la vida desde que llegó la pequeña Adriana?

-Llevamos 7 años de aventura, los mismos que Adriana. Llegó rapidísimo nuestra hija, así que apenas tenemos recuerdos previos a ella.

-La diferencia de edad entre ustedes es un tema sobre el que ya no se habla pero del que se ha hablado un poco. ¿Te han molestado esos comentarios?

-Para nada, entendía la curiosidad porque la diferencia es grande, pero jamás me molestaron. Debe ser porque la diferencia nunca fue problema para nosotros.

-En nuestra última nota se definieron como “mochileros de la vida”, yendo y viniendo según la ruta del trabajo. ¿Qué es lo más lindo y lo no tanto de esta vida nómada?

-Lo más lindo, poder vivir muchas experiencias. Vivir te da eso. Lo no tan lindo, lo agotador de los cambios, sobre todo con una niña. Los niños necesitan unas rutinas y tanto cambio, siento que ahora la alteran. Así que, a pesar de acabar de terminar una nueva mudanza, el cuerpo nos empieza a pedir un espacio fijo por un tiempo.

 

 

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