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Información General |Coronavirus y costumbres

Relaciones entre padres e hijos fortalecidas por el aislamiento

En muchas familias la cuarentena derivó en compartir más cosas entre grandes y chicos y en una mejora de la comunicación, lo que abrió la puerta a nuevos aprendizajes

Relaciones entre padres e hijos fortalecidas por el aislamiento

Enzo, Andrea y Jacinto (8) “Cuando nos dimos cuenta del poder adictivo de las pantallas en el contexto de aislamiento, empezamos a fomentar otro tipo de juegos, como los de mesa. Jugarlos también implicó que compartiéramos más y favoreció la comunicación. Despejamos dudas con honestidad sin transmitir al nene toda la carga de incertidumbre del momento”

10 de Enero de 2021 | 03:52
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Melisa Coria (41) todavía está sorprendida por la adaptabilidad que mostró su hijo Juani, de 7 años, a los rigores de la pandemia y la cuarentena aún en los peores momentos del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio: “se adaptó mejor que yo. Juntos tuvimos que aprender la paciencia, pero mientras yo todavía me resistía a la situación, él la sobrellevaba con mayor naturalidad. Creo que los dos aprendimos mucho de todo esto y hoy tenemos una comunicación más profunda y fluida”, dice Melisa, que es asistente social y jefa de hogar y que agrega que, por eso, el desafío más difícil que le planteó el aislamiento fue definir bien los roles en momentos en que se vio obligada a ser a la vez mamá, compañera de juegos y docente.

La experiencia de Melisa ilustra cómo la pandemia y el aislamiento impactaron fuerte también en el vínculo entre padres e hijos, en muchos casos, fortaleciendo la comunicación y promoviendo aprendizajes. Al mismo tiempo los llevó a valorar más aquello que el aislamiento interrumpió como las clases presenciales y los vínculos sociales externos.

La obligación de compartir un número mayor de horas en el hogar mientras permanecían interrumpidas otras interacciones sociales, la exigencia de respuestas claras y honestas de parte de los chicos a cuestiones relacionadas con la crisis sanitaria y la experiencia inédita compartida redefinió vínculos, fortaleció lazos y permitió nuevos aprendizajes, tanto a los padres como a los chicos.

“A manera de resumen, hubo un aprendizaje en cuanto al cuidado, a la tolerancia y al diálogo básico para poder establecer lazos familiares positivos. Esto generó vínculos más honestos y beneficiosos”, dice la licenciada en psicología Marina Rovner, ante una consulta de este diario.

Rovner agrega que esos aprendizajes empezaron bien temprano, con el comienzo del aislamiento: “a partir de entonces, familias que dejaron de contar con ayuda externa comenzaron a distribuir tareas entre padres e hijos. Cada uno tomó conciencia de que tenía un rol desde el cual colaborar y esto generó un aprendizaje para todos”.

Otra situación positiva que generó la cuarentena entre padres e hijos, sostiene la experta, fue una mayor apertura al diálogo y hubo también un respeto por las necesidades de cada uno.

Enzo Pacho, un ingeniero platense, notó esos cambios en su vínculo con su hijo Jacinto, de 8 años.

“Con Jacinto teníamos una rutina antes de la pandemia: lo llevaba al colegio y después a la plaza, donde él tenía un grupo de amigos con lo que jugaba al fútbol. El aislamiento lo cambió todo: empezamos a compartir todo el día y, si bien yo trabajaba virtualmente desde casa, toda la logística del hogar cambió y la comunicación con Jacinto se hizo más profunda”.

Una de las cosas que notó Enzo es la preocupación que manifestaba Jacinto por temas relacionados con la pandemia, lo que exigía, tanto a Enzo como a su esposa, Andrea Di Paola, tener respuestas precisas, que despejaran dudas con honestidad sin transmitir al nene toda la carga de incertidumbre que en ese momento soportaban los adultos.

“Notamos, y nos sorprendió, cómo Jacinto incorporaba medidas preventivas como el distanciamiento social cuando jugaba con sus playmóbil. Las incorporaba a sus juegos”, sostiene Enzo.

Para el ingeniero platense, la cuarentena también implicó un incremento de las horas dedicadas a jugar con su hijo.

“Cuando nos dimos cuenta del poder adictivo de las pantallas en el contexto de aislamiento, empezamos a fomentar otro tipo de juegos, como los de mesa. Jugarlos también implicó que compartiéramos más y favoreció la comunicación”, dice Enzo.

Melisa Coria, por su parte, destaca la importancia que tuvieron los videojuegos para preservar los vínculos sociales de su hijo Juani.

“Los videojuegos como el Fortnite o el Free Fire se convirtieron en el ámbito de encuentro entre los chicos mientras no pudieron verse. Entonces, sabiendo eso, hice más flexible el uso de las pantallas”, cuenta Melisa.

Y no sólo eso: también se convirtió en la responsable de instrumentar los medios técnicos, como las reuniones de Zoom, para que Juani pudiera encontrarse con sus amigos virtualmente, lo cual implicó también otra forma de aprendizaje: el tecnológico.

“A Juani la cuarentena lo sorprendió en un momento de transición. Había hecho sólo dos semanas de primer grado cuando cerraron las escuelas y no conocía a sus nuevos compañeros, así que fue necesario revincularlo con sus amigos del jardín para que no estuviera solo”, sostiene Melisa.

“Esta experiencia nos hizo vincular con los chicos desde un lugar distinto al de ‘superhéroe’”

 

Al mismo tiempo se hizo necesario reestructurar la vida de la casa y para eso Melisa encuentra una palabra clave: organización.

“Como siempre estábamos los dos juntos y lo compartíamos todo las 24 horas fue necesario establecer espacios y horarios bien precisos para cada actividad. Por ejemplo, disponer un lugar de la casa y un momento pedagógico y asumir una función docente. Ya no sólo acompañando el proceso como hace habitualmente un papá, sino siendo parte de él, explicando cuando era preciso”, dice Melisa y agrega, “también dio lugar a hablar sobre el manejo del aburrimiento y sobre la tolerancia, la necesidad de preservar espacios propios y de que esos espacios se respeten”.

Para la trabajadora social platense, todo esto fue fortaleciendo la comunicación entre madre e hijo más que nunca.

“Muchas veces los padres nos ponemos en el lugar de superhéroes, pero esto nos permitió hablar con nuestros hijos desde un lugar distinto, más honesto. Mostrarnos tristes si era necesario y hasta transmitir nuestras dudas e incertidumbres”, dice Melisa.

Para Enzo Pacho, uno de los momentos difíciles que planteó la crisis sanitaria fue cuando se establecieron los primeros permisos para salir.

“A Jacinto le gusta mucho el fútbol, sin embargo no quería ir esos primeros días a la plaza a jugar por miedo al coronavirus. Hubo que tener una conversación profunda sobre el tema una vez que se animó a expresar sus miedos para que pudiera superarlos sin desatender la responsabilidad por los cuidados”, dice Enzo.

 

 

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Enzo, Andrea y Jacinto (8) “Cuando nos dimos cuenta del poder adictivo de las pantallas en el contexto de aislamiento, empezamos a fomentar otro tipo de juegos, como los de mesa. Jugarlos también implicó que compartiéramos más y favoreció la comunicación. Despejamos dudas con honestidad sin transmitir al nene toda la carga de incertidumbre del momento”

Melisa Coria y Juani (7) “ Juani se adaptó mejor que yo. Juntos tuvimos que aprender la paciencia, pero mientras yo todavía me resistía a la situación, él la sobrellevaba con mayor naturalidad. Creo que los dos aprendimos mucho de todo esto y hoy tenemos una comunicación más profunda y fluida. Lo que más me costó fue definir bien los roles en momentos en que me vi obligada a ser a la vez mamá, compañera de juegos y docente”

“Hubo un aprendizaje en cuanto al cuidado, a la tolerancia y al diálogo básico para poder establecer lazos familiares positivos. Esto generó vínculos más honestos y beneficiosos”​​​​​​​ Marina Rovner Licenciada en Psicología

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