Un informe oficial exhibe el enorme déficit urbanístico
Edición Impresa | 24 de Mayo de 2021 | 04:23

El reciente informe del Indec revela que la mitad de los ciudadanos argentinos carece de alguno de los servicios básicos de infraestructura –agua, cloacas, luz o gas, entre otros-, debiera convertirse en un toque de alerta acerca de los graves problemas urbanísticos existentes y de la forma en la que deben invertirse los recursos del Estado, para garantizar una mejor calidad de vida a la población.
El informe difundido por el Indec y publicado ayer en este diario pone ante la vista de todos las condiciones de atraso estructural y de hacinamiento en las que viven muchas familias en nuestro país, en una situación que se torna definitivamente crítica ante la eclosión de asentamientos precarios que se registra.
El 47,7 por ciento de los hogares, en los que habita el 53,6 por ciento de las personas –añade- no accede al menos uno de los servicios considerados esenciales (agua corriente, cloacas y gas natural), señaló el trabajo. Se detalla que alrededor de 1,4 millones de habitantes de nuestro país viven en sitio donde duermen tres o más personas por cuarto.
Además, el 13,7 por ciento de los hogares no cuenta con condiciones de saneamiento adecuadas, esto es, que no poseen baño o tienen uno fuera de la casa, o que comparten el baño con otros hogares, o bien que el desagüe del baño no está conectado a la red cloacal. El informe también revela que el 6,6 por ciento de los hogares habita en una vivienda cercana a basureros y que un 11 por ciento vive en zonas inundables.
Cabe señalar que el trabajo elaborado por el organismo nacional se vio replicado en nuestra zona, a través de una investigación realizada por este diario demostrativa de que los servicios públicos ofrecen realidad similar a la de muchos otros lugares de nuestro país. Esto significa que exhiben crecientes deficiencias.
La ausencia de uno o varios servicios en barrios y otros lugares alejados del casco céntrico se hace sentir, inclusive en algunas sectores residenciales y de clase media que carecen de redes cloacales o agua corriente. Se habló también de los barrios “electrointensivos”, privados de redes de gas y que basan el funcionamiento hogareño en sólo el recurso eléctrico.
Se ha analizado en esta columna, en muchas oportunidades, sobre una suerte de consigna que circula entre operadores políticos, acerca de que “las obras que se entierran, no dan votos”, privilegiándose, por consiguiente –tal como ha venido ocurriendo a lo largo de décadas- algunos precarios planes de pavimentación, sin haberse extendido primero las redes de servicio esenciales como los desagües cloacales y pluviales, entre otras. “Vamos a pintar calles”, suele ser otra de las consignas erróneas que, a lo largo de mucho tiempo, han llevado el estado de cosas a la grave situación que ahora definió el Indec.
Parece llegada la hora para que las autoridades –con el aporte de especialistas, de los diversos departamentos universitarios con incumbencia en estos temas- decidan reaccionar y emerger de este grave déficit urbanístico que aqueja a la Argentina, con programas racionales de obras públicas elaborados sobre la base de pautas objetivas, de modo de recolocar a nuestro país en la senda que alguna vez siguió y que no debió abandonar. Los platenses tenemos, como modelo, el caso de la fundación La Plata, en la que primero se tendieron las redes eléctricas, los servicios de agua y luz y, sobre ellos, se construyó en pocos meses, con un diagrama perfecto, una ciudad que fue de vanguardia en todo el mundo.
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