Gran devoción, miles de fieles y una atípica celebración en 44 y 29 para venerar a San Cayetano

Pese a la situación de pandemia, fue incesante el peregrinar de fieles que fueron a pedir trabajo o agradecer al patrono

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Como cada 7 de agosto, la parroquia y el santuario de San Cayetano, situados en 44 entre 29 y 30, fueron escenario ayer de una multitudinaria expresión de fe que congregó a miles de devotos. Pero fue, a la vez, una jornada atípica por las restricciones que impone la pandemia de coronavirus, con misas con aforo y más actividades al aire libre que no le quitaron al ritual, sin embargo, nada de la fuerte devoción que provoca el patrono del pan y el trabajo.

En una edición marcada nuevamente por la pandemia de coronavirus, en la que destacaban los barbijos y protocolos para su celebración, desde bien temprano los fieles platenses se acercaron a la parroquia de 44, entre 29 y 30, para pedir al santo de la Providencia y para agradecer las promesas cumplidas.

Para que los fieles puedan rezarle o tocarla, la imagen del patrono del pan y el trabajo fue colocada en un atrio del templo al aire libre junto a un escenario en el que se realizaron oficios religiosos.

Desde entonces, los feligreses formaron una fila que se extendió por varios metros, a la espera de su turno para estar frente a la imagen del santo, que podía ser venerada cumpliendo las medidas sanitarias por la pandemia de coronavirus.

Si bien este año no se realizó en la víspera del 7 de agosto la tradicional peregrinación desde Olmos, tal como siempre se hizo antes de la pandemia, sí se trasladó la imagen en una camioneta, desde esa localidad, para colocarla en el templo hacia la medianoche.

“Venimos todos los años. Para nosotros es importante agradecer que en medio de la pandemia mi familia y amigos tienen salud. También para pedir trabajo, porque si bien tengo un empleo, apenas alcanza”, comentó Rosalía García, vecina de Los Hornos, mientras esperaba en la fila de devotos de San Cayetado que se había formado en torno a la imagen del patrono.

Entre quienes pasaban frente al santo también había mucha gente que perdió su trabajo durante los días más duros de la pandemia o lo han recuperado después de varios meses de incertidumbre. Como es tradición, muchos de ellos tenían las manos llenas de espigas que simbolizan el pan, y llevaban estampitas para bendecir.

Durante toda la jornada se realizaron bendiciones y confesiones y también se difundieron las actividades parroquiales y de asistencia a los sectores más humildes de la Ciudad.

Hasta las 21, cuando se ofició la última misa, el lugar fue escenario de un desfile incesante de fieles.

En tanto que miles de fieles se acercaron ayer a la parroquia de San Cayetano, en el barrio porteño de Liniers. Fue una celebración diferente a las habituales, ya que la imagen del patrono del pan y el trabajo fue colocada en el atrio del templo al aire libre ayer a las 17, para que los fieles puedan rezarle o tocarla y, desde entonces, las personas formaron una fila que se extendió con el correr de las horas. Esta vez la iglesia, por razones sanitarias, permaneció cerrada.

UN POCO DE HISTORIA

San Cayetano nació en 1480 en Vicenza, Italia. Su padre, militar, murió defendiendo la ciudad contra un ejército enemigo y él quedó al cuidado de su madre. Estudió en la Universidad de Padua donde obtuvo dos doctorados y, según documentos de la época, se destacó por su bondad.

A los 33 años fue ordenado sacerdote y se inscribió en una asociación llamada “Del Amor Divino”, cuyos socios se esmeraban por llevar una vida fervorosa y por dedicarse a ayudar a los pobres y a los enfermos.

También fundó los Padres Teatinos y pregonó por una vida más de acuerdo con el evangelio.

 

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