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Espectáculos |POR COMPLICACIONES DERIVADAS DEL COVID-19

Adiós a Ricardo Gil Soria: un militante de la escena

Falleció ayer, a los 83 años, el reconocido actor y director platense, que llevó su compromiso social a las tablas

Adiós a Ricardo Gil Soria: un militante de la escena

Un actor de fuerte presencia, familiar, amigo y gran compañero

28 de Diciembre de 2022 | 03:26
Edición impresa

A los 83 años, y por complicaciones derivadas de un cuadro de COVID-19, falleció ayer Ricardo Gil Soria, destacado actor y director teatral platense que, hasta el último momento, insistió con rescatar del olvido la memoria llevándola al escenario.

Abogado y escribano de profesión, pero un actor de “gran carácter” por vocación, Gil Soria militó desde la actuación, poniendo el cuerpo al servicio de historias que permitieran hablar de los padecimientos más profundos de las últimas décadas de los argentinos.

“Creo que hay algo de nuestra historia que no ha entrado bien al escenario. Lo tiene la literatura, lo tiene la poesía, lo tiene la música, pero no el teatro. Sin ánimo de hacer historicismo, aunque no estaría mal hacerlo, pero sin dudas hay maneras poéticas de hablar de ese pasado en nuestros escenarios”, había dicho hace años en diálogo con EL DIA.

Sus últimos trabajos como actor fueron con obras de Vicente Zito Lema, poeta, dramaturgo, periodista, filósofo, docente y abogado, especializado en el estudio y la práctica de los derechos humanos, que falleció a principios de mes.

Precisamente, había sido “Sombras nada más”, bajo la dirección de Julián Howard, uno de sus proyectos bisagra. En este unipersonal, que se había estrenado en 2004 en el Teatro Nacional Cervantes pero con el que continuó ofreciendo funciones hasta hace pocos años, evocaba los fusilamientos de Manuel Dorrego, Juan José Valle y Darío Santillán a través de monólogos, diálogos, cartas históricas, relatos y poemas.

Antes, había girado durante años (tanto en el país como en el exterior, recorriendo teatros y otros espacios, desde cárceles hasta hospitales y universidades) con otra obra del mismo autor, “Gurka. Un frío como el agua, seco”. Recreación poética sobre la tragedia de Malvinas y la última dictadura militar, había sido dirigido por Norberto Barruti y se ofreció en La Plata por última vez en 2012 en el Teatro de la UNLP.

Gil Soria, que vivió durante casi toda su vida en una casa ubicada en el límite de City Bell y Gonnet (un capricho geográfico que lo llevó a escribir “viví en City Bell hasta que las autoridades municipales depusieron modificar las fronteras y me ‘mudaron’”), se formó en teatro con el maestro Juan Carlos Gené.

En los inicios de su recorrido escénico sus colegas recuerdan especialmente su actuación en “Parecido a la felicidad”, de Alejandro Sieveking, dirigido por Roberto Conte, y “Ulf”, de Gené, con dirección de Ruby Montserrat. En ambas compartió escenario con la actriz platense Graciela Sautel.

Como director se destacó en “Almuerzo para el carnero”, de Humberto Riva, que estrenó en 1971 en el Teatro Payró. Y como actor tuvieron mucho eco “Ya nadie recuerda a Frederic Chopin”, de Tito Cossa, con dirección de Roberto Conte, estrenada en 1986 en el Cervantes. Y “Eva Perón resucitada, en los tiempos del rencor”, también de Zito Lema, que tuvo sus últimas funciones en 2019.

Su recorrido en cine incluye participaciones como actor en “Doña Bárbara” (1998), “El familiar” (1972) y “Los Velázquez” (1972). Como coguionista figura en “Los Velázquez, crónica de dos bravos famosos, cómo pelearon, cómo murieron y cómo siguen vivos en la memoria del pueblo” (1987), una película dirigida por Quico García, que por razones económicas no pudo terminarse.

Sus colegas recordaron a Gil Soria como un actor magnético sobre las tablas, de esos que no necesitaban artilugios para conmover. “Tenía la presencia del actor, una presencia insoslayable, te dabas cuenta que había un actor en su trazo, por su figura, por su voz, por todo”, recordó Ricardo “Mono” Ibarlín, que trabajó con Gil Soria en “Una sombra en el pajonal”.

Militante peronista, gran compañero y “uno de los mejores amigos”, como lo definió ayer el poeta platense Néstor Mux, compinche desde los 18 años y cuyos caminos se cruzarían en el nuevo espectáculo de poesía y teatro que Gil Soria estaba preparando para volver al escenario.

Personaje pintoresco de Gonnet, recordado por sus andanzas a caballo por la localidad y alrededores, era “muy familiero”. Estaba casado con la artista plástica Estela María Giovenille, con quien tuvo cinco hijos: Ezequiel, Delfina, Faustina, Camilia y Ramón; y siete nietos: Ignacio, Manuel, Tomás, Juana, Felipe, Fidel y Beltrán. En 2015 había sufrido un gran golpe con la muerte de su hija Delfina.

Por los protocolos de COVID, sus restos fueron sepultados ayer.

 

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