Cuentas de la corrupción en el banco Credit Suisse
Edición Impresa | 22 de Febrero de 2022 | 02:06

ZURICH
Las revelaciones de prensa sobre las cuentas del banco Credit Suisse, conocidas como “Suisse Secrets” relanzaron el debate sobre la transparencia financiera del país alpino, que lleva años intentando limpiar su imagen.
Credit Suisse se vio sacudido el domingo por las revelaciones del Organized Crime and Corruption Reporting Project (OCCRP) -un consorcio de 47 medios de comunicación, entre ellos Le Monde, The Guardian y La Nación de Buenos Aires- en las que se afirmaba que el banco había albergado durante varias décadas fondos de origen ilícito o criminal.
La segunda entidad bancaria suiza rechazó sin embargo estas acusaciones, afirmando que se basan en datos “parciales”, “inexactos” o “sacados de contexto” y subrayó que algunos casos se remontan a los años 1940 y que el 90 por ciento de las cuentas afectadas ya están cerradas.
Según el banco, las acusaciones son “un esfuerzo concertado para desacreditar no solo al banco, sino al centro financiero suizo en su conjunto”.
Los datos analizados en esta investigación se refieren a 18.000 cuentas bancarias mantenidas por el banco desde principios de los años 1940 hasta finales de la década de 2010.
Por caso, el Credit Suisse aceptó durante años cuentas de clientes venezolanos acusados de saquear la petrolera estatal PDVSA. “Con los datos bancarios obtenidos, se determinó que más de 20 venezolanos” relacionados con “esquemas de corrupción en PDVSA” sumaron “activos por más de 273 millones de dólares en 25 cuentas del Credit Suisse y posiblemente mucho más”, reportaron los portales periodísticos Armando.Info y Efecto Cocuyo, que participaron en la investigación. La mayoría de estas cuentas fueron abiertas, precisan, entre 2004 y 2015.
Entre esos tenedores de cuentas con balances millonarios se cita al exviceministro de energía venezolano Nervis Villalobos; los hijos del expresidente egipcio Hosni Mubarak, Alaa y Gamal Mubarak; el rey Abdulá II de Jordania; o los hijos de un funcionario de inteligencia paquistaní, Akhtar Abdur Rahman Khan, que ayudó a canalizar dinero de EE UU y otros países a los muyahidines en Afganistán en los 80.
Algunas de esas figuras, como los hijos de Mubarak o el rey jordano, han negado que su almacenamiento de fondos en la segunda mayor entidad del sistema suizo correspondiera a conductas inapropiadas.
En los últimos años Suiza, sometida a fuertes presiones, en particular de EE UU que quiere luchar contra la evasión fiscal, revisó significativamente su legislación.
En 2014, firmó un acuerdo de cooperación con EE UU que obliga a las entidades financieras a transmitir determinados datos a las autoridades fiscales estadounidenses, y en 2015 otro acuerdo con la Unión Europea (UE) sobre el intercambio automático de información.
EFECTO “PANAMÁ PAPERS”
Según un informe publicado en octubre por el Ministerio de Finanzas suizo, entre 2015 y 2019 las denuncias a la Oficina de Información sobre el Blanqueo de Capitales (MROS) fueron cuatro veces mayores de media por año que en los diez años anteriores.
Los autores del informe explican esta “avalancha de denuncias” por el hecho de que los bancos son más sensibles a los riesgos para su reputación, en particular desde los grandes casos de corrupción como la operación “Lava Jato” en Brasil o revelaciones de prensa como los “Papeles de Panamá” o los “Paradise Papers”.
Desde marzo de 2021, el banco suizo se ha visto sacudido por la quiebra de la compañía financiera Greensill, los problemas del fondo estadounidense Archegos, las multas por los préstamos a Mozambique y la abrupta dimisión de su presidente por incumplir las normas de cuarentena, tan solo ocho meses y medio después de asumir el cargo. (EFE y AFP)
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