Animales en jaque: el otro drama tras el fuego en Corrientes
Edición Impresa | 13 de Marzo de 2022 | 02:53

Además de dañar cultivos y especies animales de interés comercial, los incendios forestales que arrasaron el mes pasado con una décima parte del territorio de Corrientes, tuvieron un impacto sobre la flora y fauna silvestres difícil de dimensionar. Cientos de carpinchos, yacarés, serpientes y aves perecieron por el humo y el fuego; y otros tantos perdieron la vida atropellados en rutas o atacados por perros al huir de las llamas para sobrevivir.
Con todo, el daño del fuego trasciende su propia extinción. Gran parte de las 900 mil hectáreas que se quemaron el mes pasado en Corrientes eran pastizales, un ambiente ya de por sí amenazado por el avance por la actividad agro industrial y del que dependen decenas de especies autóctonas para subsistir. Es así que apagado ya el último foco, gran parte de los ejemplares que lograron sobrevivir se encuentran hoy en territorios que no les ofrecen alimentos, refugio ni condiciones adecuadas para su reproducción. Biólogos, veterinarios y activistas que recorrieron las zona coinciden en que el panorama es desolador.
Uno de los ecosistemas afectados es los Esteros del Iberá, un humedal de enorme valor ecológico con una superficie de 1.300.000 hectáreas, de las cuales 768.000 forman una de las áreas protegidas más grandes del país. Allí se venían conservando muchas de las especies en mayor riesgo de extinción, como el yaguareté, el aguará guazú, el venado de las Pampas, el ciervo de los pantanos y la boa curiyú, lo que supone un duro golpe a la biodiversidad.
Mientras el CONICET acaba de poner en marcha un proyecto colaborativo -que involucra a varias instituciones públicas y privadas- para evaluar los efectos de este desastre en los animales vertebrados; investigadores de la Universidad Nacional de La Plata advierten sobre los dificultades que deberán enfrentarse para lograr su recuperación.
“VOLAR DE CORRIENTES”
Si bien los incendios son un fenómeno natural y recurrente en los ecosistemas con grandes superficies de pastizal, “la dimensión de los recientes incendios provocados por el hombre en Corrientes dista mucho de esta condición natural”, explica el biólogo Luciano Segura, investigador en el Instituto de Limnología Raúl Ringuelet (UNLP-CONICET).
En el caso de las aves, en los pastizales “logran camuflarse y evitar ser vistas por depredadores; construyen sus nidos y crían a sus pichones. Entre los pastos también encuentran su alimento, ya que allí habita una abundante y enorme variedad de pequeños invertebrados que permiten que cumplan con su ciclo de vida”. Por eso hoy hay especies que “atraviesan severas amenazas de extinción, como el Tordo Amarillo, la Monjita Dominicana o el Yetapá de Collar, solo por nombrar tres muy emblemáticos de Corrientes. Pero los pastizales correntinos no solo albergan aves en peligro de extinción, sino también otros animales en serio riesgo de conservación, como el aguará guazú, el venado de las Pampas, el ciervo de los pantanos o la boa Curiyú”, cuenta el investigador.
Como señala Segura, “la reciente quema de los pastizales correntinos acarrea un grave daño en las poblaciones de aves que dependen de este ambiente. Los mismos no han sido aún cuantificados, pero es probable que haya habido una gran mortandad de individuos debido a la extensión e intensidad de los incendios. Si bien las aves son capaces de desplazarse grandes distancias en cortos periodos de tiempo, pudiendo huir de las áreas que se están quemando, la magnitud y los numerosos focos de incendio probablemente funcionaron como trampas mortales para muchas de ellas”.
“Estas aves no sólo se han quedado sin alimento en la previa del invierno, sino que, además, para cuando llegue la temporada de cría en primavera, los pastizales no estarán en condiciones para ofrecerles todo aquello que es vital para ellas. Sólo algunas de estas aves tendrán la capacidad de desplazarse en busca de nuevos pastizales, en zonas no afectadas por los incendios, pero la mayoría intentará reestablecerse en sus territorios de cría habituales, pagando el costo de intentar reproducirse en sitios poco favorables”, se lamenta el investigador.
“UN DRAMA IRREVERSIBLE”
Más allá del impacto visible en la vegetación y la fauna que se observa actualmente, “el fuego tiene efectos a corto, mediano y largo plazo en los ecosistemas. En cuanto a los animales, además de la muerte y la migración inmediata, a mediano y largo plazo no van a existir alimentos, sitios de refugio y reproducción en las áreas quemadas, y el regreso espontáneo de la fauna va a depender de la recuperación de la vegetación y de la distancia a las áreas donde los animales se hayan podido refugiar”, explica la ingeniera forestal Corina Graciano, Investigadora del Instituto De Fisiología Vegetal (CONICET-UNLP).
“Los pastizales en su mayoría están sujetos a incendios y rebrotes, por lo que su recuperación será más rápida, así como el regreso de la fauna que depende de los pastizales para alimentación, refugio y reproducción. Para esto es necesario que hayan podido encontrar lugares para refugiarse y que esos ambientes no quemados puedan sostener a la fauna preexistente más los refugiados”, cuenta Graciano.
Pero “los incendios también afectan el suelo -señala la investigadora-. Por un lado, en el momento del incendio se combustionan los restos vegetales y la materia orgánica de las capas superiores del suelo. En esta combustión, muchos nutrientes se volatilizan a la atmósfera. Otros quedan en el suelo en la ceniza, pero como no subsisten plantas ni microorganismos vivos que puedan absorberlos, estos nutrientes se lavan con las lluvias o las cenizas se pierden con el viento. Los microorganismos del suelo comenzarán a recuperarse, pero ellos también dependen para su crecimiento de los restos de plantas y animales que lleguen al suelo”.
“Si bien en el caso de las plantaciones la estructura vegetal puede recuperarse en relativamente poco tiempo (10 a 30 años), las pérdidas a nivel de suelo son irrecuperables”, sostiene Graciano, al señalar que “por este motivo debe reemplazarse el uso del fuego como herramienta para preparar el terreno para una nueva plantación porque genera una pérdida irreparable de materia orgánica, microorganismos y nutrientes, además de ser una de las causas que originan los incendios; en especial frente a un escenario donde éstos podrían desatarse con mayor frecuencia que hoy.
Y es que según prevé el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) para el 2050, Corrientes enfrentará una disminución cercana a los 100 milímetros anuales en las precipitaciones, el doble días con temperaturas mayores a 35°C por año, y un aumento de 1,5°C en su temperatura máxima con respecto al promedio que se registra en la actualidad.
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