Apostar al diálogo y nunca callar

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Zelmira May *

Especialista en Educación

Aunque todos los estudiantes están expuestos a ser un blanco del acoso escolar, los hechos demuestran que quienes son considerados “distintos” por la mayoría, ya sea por una u otra razón, son los más castigados. La apariencia física, las diferencias étnicas, lingüísticas, culturales, además del género, son algunos de los impulsos que generan el acoso, fundamentalmente atacando el hecho de no responder a las normas mayoritariamente aceptadas y a los estereotipos establecidos en cuanto al estatus social, género o algún impedimento físico concreto.

Las consecuencias que genera esta trama de agresiones violentas, muchas de ellas silenciadas por las víctimas, incluyen el socavo en el sentimiento de pertenencia a la escuela, afectando el acceso a la educación. Los niños que son acosados con frecuencia son más propensos a manifestar un sentimiento de exclusión y el deseo de abandonar la escuela y sus rendimientos son inferiores a los de sus compañeros no violentados. La evolución más radical, y no por ello menos frecuente, conlleva fuertes sentimientos de soledad y hasta ideas suicidas

Velar por un entorno seguro en las aulas incluye disponer de mecanismos de alerta y de servicios de apoyo y de orientación. Y las familias también adoptan un rol central. Sobre todo, involucramiento, empoderamiento y participación. Verbalizar, hablar, denunciar. Apostar al diálogo y nunca callar.

(*) Integrante del Programa Educación de la Unesco para Argentina.

 

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