Una obra que invita a la exploración sensorial e inmersiva a través del agua
Edición Impresa | 21 de Agosto de 2022 | 06:27

¿Puede el arte sustituir necesidades o acercar recursos tan preciosos como el agua para ser experimentados en el cuerpo? Es uno de los interrogantes que explora la artista visual Jimena Fuertes en su instalación “Un sueño líquido”, donde desde lo sensorial e inmersivo, a partir de un microclima en azules y turquesas fluidos, propone un espacio para reflejarse y dejarse llevar por estos días en la Fundación Fortabat de Puerto Madero.
Se trata de una obra concebida por Fuertes junto a la gestora cultural y productora Sandra Rojas, de la plataforma Corvus Art, que demandó un trabajo que comenzó a procesarse mediados de 2020 y tuvo su concreción como instalación sonora y lumínica ubicada en el segundo piso del Museo que alberga la Colección Amalita, junto al río.
“Un ser vivo, líquido divino de los sueños, símbolo de la abundancia. Mundo de otros seres, nos enseñas a fluir en el acceso a otro mundo”, escribe Jimena Fuertes como sostén de una experiencia que habilita una entrada a otro modo de sentir, aunque sea breve, desde la intimidad acotada de un espacio cúbico que apela a sensaciones y propone emociones.
INSPIRACIÓN
La obra “toma como elemento de inspiración el agua, como puente de acceso a otro mundo, como sustancia espiritual”, algo que para Fuertes está ligado “con la imaginación”.
El elemento agua define la estética visual y sonora que fluye blandamente y acompaña las figuras geométricas de acrílico dispuestas, cambiantes, transformadas por un “mundo acuático” como si se entrara en una piscina o un submarino.
Las sensaciones son variadas. Algunos asistentes lo relacionan con el momento de nacer o cuando se está dentro de la panza, y otros con estar debajo del agua, explica la artista.
La obra invita a la intimidad desde una sensorialidad casi plena, a detenerse en un presente situacional, “real” como dicen, o que podría definirse desde ciertas corrientes de pensamiento como un “aquí y ahora” presente.
Para la artista, la presencia del agua significa que “otra vida se hace posible, otro mundo, fluido, orgánico y sensible”.
“Lo que me interesa, algo que quizás reflejo un poco más cuando trabajo en iniciativas sociales y ese trabajo sigue dando vueltas en mi cabeza, ya sea que esté trabajando con formas geométricas o con el tema del agua, es que no importa el resultado final de esa pieza, o si va a decir lo que estoy pensando o no, pero sí me lleva a pensar que la forma pierda su forma, es pensar en el otro, y ese es el eje de mi trabajo”, explícita.
Precisamente, esas formas geométricas desvinculadas del plano en su pasaje al espacio, una suerte de tránsito que realiza Fuertes en su trayectoria de obra, configuran esa acción de contemplar un “otro” que pierde su forma.
Algo en lo que incursionó en 2018 con “Desconcierto. Elementos para un cambio”, una instalación sonora con objetos de acrílico sobre madera y varillas de acero pintadas asentadas sobre muro y piso que anticipan las abstracciones materializadas en “Un sueño líquido”.
Fuertes (La Plata, 1972) se define como “artista autodidacta”, pasó por el taller de Graciela Paats y realizó clínica de obra con el pintor Tulio de Sagastizábal, y el centro de su trabajo se amalgama desde lo artístico con su preocupación por lo social.
“Antes dibujaba pero no iba a ningún taller, dibujaba porque me gustaba, y se transforma como algo más real cuando empiezo a trabajar en producciones de moda porque era un trabajo muy creativo en ese momento, había que ir en búsqueda de todo lo que se iba a tener que usar. Después decido dedicarme a pintar y empiezo a hacer otras cosas para poder comprarme los materiales para trabajar. Pero principalmente mi trabajo como artista es autodidacta”, afirma.
Esta autoformación la define como “un proceso muy íntimo de no dejarse llevar por el exterior y saber que uno tiene su tiempo y una búsqueda que es muy personal”.
BÚSQUEDA
Parte de esa búsqueda la lleva a pensar en lo que sucede cuando un recurso natural como el agua no está a disposición de todos.
“¿Qué pasa cuando no tenés acceso a algo que naturalmente está dispuesto para vos? ¿Cómo afecta eso no solo emocionalmente sino en las posibilidades de vida?”, se pregunta y dice que esta muestra “habla sobre la imaginación, pero habla de la imaginación cuando hay posibilidad de acceder a ella”.
Entonces, “¿de qué manera todas las personas podemos acceder a una imaginación sana, abierta, y que nos genere otras posibilidades de vida o de sentir o habitar el lugar?”, interroga e interpela.
Para Fuertes, esto es posible “a partir de las experiencias” desde donde se puede transformar la manera de ver al otro y la propia vida. Y agrega: “El agua también toca las emociones y cuando las personas están dentro (de la instalación) se sienten tocadas desde lugares diferentes, que pertenecen a la emoción, ya sea por el sonido vibratorio que entra en el cuerpo, o por la luz. Toda esa experiencia, todo ese espacio pensado para el otro en el que se entra de a dos personas es una experiencia íntima” para “percibir el espacio”, describe.
¿Por qué el agua? “Porque es un elemento para acceder a la imaginación, porque el agua es otro mundo, nos metemos adentro y ese acceso me pide tener en cuenta los seres que están ahí adentro, el ritmo, el tiempo: si entro porque el agua se expande o porque es un algo fluido que puedo ir atravesando”, responde. Esta ductilidad en el pasaje a otro estado le permite volver a afirmar “que la muestra habla sobre la imaginación”.
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