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Información General |OCURRIÓ EN LA PLATA

La historia jamás contada de Ovidio Medina, el Hombre Palometa

Podría considerarse el único caso de “extrañas criaturas” al que se le pudo poner nombre y apellido, a diferencia de los “lobizones” y los “hombres gato” que abundan en la leyenda urbana platense

La historia jamás contada de Ovidio Medina, el Hombre Palometa

La Policía detuvo a Medina dormitando en La Gruta pero él negó ser el Hombre Palometa

Hipólito Sanzone

Hipólito Sanzone
hsanzone@eldia.com

25 de Septiembre de 2022 | 05:00
Edición impresa

 

"Por el olor a aserrín y a pis de gato".

Todo empezó un día de aquellos '60 con la denuncia de un tal Aníbal Amador Carrizo, ferroviario jubilado, vecino de Etcheverry, que le dijo a la policía que el día anterior había acertado el 595, las tres cifras a la cabeza, y que considerando que era buena plata, decidió darse algún que otro gusto. Por ejemplo, dijo, que se fue a la Casa Cosoli que aparecía en Plaza Italia ni bien se bajaba del micro 8 y se compró una caña de pescar. Que la caña no era gran cosa, que más bien era una cañita, algo para los que recién empiezan, no para peces grandes sino más bien para mojarritas, como las que, justamente, había en el Lago del Bosque. Dijo Carrizo que se le ocurrió lo de la pesca, aunque fuese pescar mojarritas, porque todo el mundo le decía que eso era algo que relajaba a las personas, que las traquilizaba, que las hacía pensar en otra cosa más allá de los problemas o, todavía mejor, las hacía pensar en nada. Carrizo dijo que la tarde en que estrenó la cañita lo hizo sentado en uno de los bordes más cercanos al Teatro del Lago, y que como era miércoles no había movimiento en la zona, sobre todo porque no andaban los botes a remo ni los modernos a pedal que habían empezado a llegar y que la gente hacía cola para abordar durante los fines de semana.

En su relato a la policía Carrizo diría que esa tarde de su debut como pescador, aunque fuesen mojarras, se llevó una vianda de dos sándwiches de salame y queso untado el pan fresco con bastante manteca y cuando estaba ahí se dio cuenta que se había olvidado de llevarse algo para tomar. Que pensó en comprarse una gaseosa en uno de los kioscos frente al Zoológico pero que como era día de semana, el tiempo estaba bastante feo y ya eran como las seis de la tarde, el pequeño comercio ya había cerrado. Carrizo hizo la denuncia en la comisaría Novena.

EN LA GRUTA

"Yo había visto del otro lado del Lago, en lo que sería la entrada a La Gruta, a un tipo que iba y venía. En realidad era una figura que parecía un hombre. En un momento sentí que me miraba, pero no que me estuviese observando. Lo vi durante un rato nomás y dejé de prestarle atención cuando sentí que había picado el primer pescadito, que la verdad no sé qué fue porque yo tenía entendido que las mojarras eran de otro color y este era amarronado, medio rojizo".

Cuando empezó su declaración, Carrizo estaba agitado pero a poco de empezar a hablar se fue calmando. Sin embargo, le agarraron palpitaciones cuando llegó el momento de describir el ataque. Dijo que no lo había visto venir, que si a lo mejor el tipo, el atacante, hubiese pisado una ramita o algo que hiciera ruido, seguramente él se hubiese dado la vuelta. Pero no fue así. Y parecía que había caminado por el aire.

"Yo creo que lo que me cayó en la cabeza fue una bolsa de arpillera. Se lo digo por la rugosidad que sentí en la cara y por el olor a aserrín y a pis de gato. Me tapó la cabeza con esa tela y se me tiró encima, me puso las rodillas en la espalda y me empezó a pegar. Yo me quedé quieto y solo atiné a decirle ´pará, pará' pero el tipo no escuchaba. Y en un momento me dijo 'sentate' y me senté y me ordenó: 'sacá ese anzuelo del agua y rompé esa caña'".

En Reconocimientos Médicos comprobaron que Carrizo tenía varios moretones en la espalda y una especie de quemadura detrás de la oreja derecha que atribuyeron a la fricción de la tela de arpillera, siempre de acuerdo al relato que había hecho.

 



Palometa o pirañas de panza colorada y una Chanchita o Palometa en “idioma” platense

 

ATACADOS

Pasaron tres días hasta que apareció un nuevo denunciante, esta vez acompañado por su padre. Era un pibe de unos 16 años que en la tardecita de ese sábado había ido al Bosque a pescar mojarritas con dos amigos del barrio. Apareció en la casa, empapado, muerto del susto y juró que mientras sus amigos se habían alejado unos metros del lugar donde pescaban, una sombra se le abalanzó, lo tomó de los pelos y lo empujó hacia la orilla. Dijo que no alcanzó a caer al agua porque las piernas le quedaron en tierra pero que medio cuerpo se le sumergió de la cintura hacia arriba. Y que cuando les contó a sus amigos lo que le había pasado, los “muy cagones” salieron corriendo.

En los meses siguientes se reportaron otros casos de agresiones si se quiere menores como piedrazos que provenían del Lado de La Gruta lo que obligó a la policía a poner una vigilancia.

Las denuncias formales mermaron pero las de boca en boca crecieron exponencialmente. Nadie sabe bien a quién se le ocurrió pero se empezó a relacionar al autor de aquellos ataques a orillas del Lago del Bosque, con las temibles Palometas. La Palometa, también conocida como "piraña de vientre rojo" es de los peces carnívoros más agresivos de Sudamérica.

Casualidad o no y más allá del salto en el tiempo, a las versiones sobre "gente mordida" por un supuesto "monstruo" que emergía de las aguas del Lago del Bosque, se agregaba que podía ser un evadido de un neuropsiquiátrico, un lugar que para la época era común denominar manicomio. Según refiere el sitio VisitaLaPlata.com.ar el lago artificial del Bosque nació a golpes de pico y pala de "internos del penal psiquiátrico que funcionaba en el actual Colegio Industrial Albert Thomas". No se tardó mucho para que en alguna sobremesa se dijera que se trataba de "el fantasma" de uno de aquellos infelices que habían sido obligados al trabajo forzado.

POROTA

A esa altura la usina de las habladurías había puesto en marcha sus motores como pasaría con el Lobizón del Arroyo El Gato, la Viuda Llorona del barrio de las Mil Casitas y el Hombre Chancho de Ringuelet, del que se decía era producto de un episodio de zoofilia entre un hombre de mala bebida y una cerda de la raza Yorkshire, que algunos decían que se llamaba Porota.

Habitués del Lago, la Gruta y esa zona hablaban desde la presencia de un linyera malo, una patota de ladrones hasta una extraña criatura anfibia que aparecía y desaparecía en las oscuras aguas del Lago del Bosque.

Las historias de apariciones monstruosas, seres malignos y esas cuestiones por el estilo ocupan un ala entera en la biblioteca popular no solo de La Plata sino del país todo. En Chivilcoy, los vecinos del histórico Almacén La Colorada insisten en que la zona tuvo su propio Lobizón y hasta mencionan a un peluquero del pueblo que solía cortarle el pelo a cambio de no ser masticado. En La Plata, los memoriosos recuerdan que la gente esperaba en la vereda al diariero que en esas bicicletas negras con un cajón delante del manubrio, repartía La Gaceta de la Tarde con las últimas novedades sobre las andanzas del Lobizón del Arroyo El Gato.

 

El Lago habría sido cavado por internos del manicomio que estaba en el edificio del Albert Thomas

 

EL GATO BOXEADOR

A mediados de los '80, el recordado locutor, animador y periodista Raúl Parma conducía un programa en la radio más escuchada de Coronel Brandsen. A partir de una y otra denuncia sobre la presencia de un Hombre Gato en la zona, Parma se convertiría en una suerte de Orson Wells por mantener en vilo a la audiencia informando sobre cada una de las instancias que se iban sucediendo sobre los "ataques" del extraño personaje. A partir de esto y después de la denuncia de una mujer que había jurado que el Hombre Gato le había pegado una atropellada nocturna, fui a la radio a entrevistar a Parma. Ese mismo día, varios vecinos se habían autoconvocado en un bar del pueblo para salir esa misma noche a "cazar" al extraño personaje. Me quedé a la cacería y faltaban las antorchas y las horquillas de enfardar para que aquello fuese una recreación de las escenas en blanco y negro de una película de Frankenstein. Una semana después el diario EL DIA publicó la noticia sobre la detención de un sujeto, que todo parecía indicar que se trataba del Hombre Gato. La crónica de entonces daba cuenta que el detenido era un trabajador de una empresa de la zona que soñaba emular al orgullo deportivo de Brandsen, el Látigo Coggi y como boxeador amateur aprovechaba las noches para salir a trotar. El hombre usaba un jogging de color negro y su único delito había sido correr y nada más. Pese a haberse aclarado el malentendido, hubo quienes durante un largo tiempo insistieron con que el Hombre Gato de Brandsen seguía suelto.

Podría decirse que salvando las distancias algo parecido ocurrió con aquel Hombre Palometa que atacaba a los pescadores de mojarras en las márgenes del Lago del Bosque.

 

Se armó una cacería en la que sólo faltaban las antorchas y las horquillas de enfardar

 

ANGELITOS

Lo cierto es que de tanto ir y venir por la zona de La Gruta, una patrulla policial "de civil" dio una noche con un individuo que dormitaba en un rincón de La Gruta. Les llamó la atención que el tipo no tenía las características de un linyera sino que estaba vestido con ropas sanas y limpias, tenía el cabello bien cortado y apenas lucía un bigote fino y cuidado. Lo identificaron como Ovidio Luján Medina, de alrededor de 45 años, de profesión albañil, oriundo del barrio de La Cumbre y de nacionalidad paraguaya. Cuando le preguntaron qué estaba haciendo ahí dijo que esa noche había ido a La Gruta a "hablar con los angelitos" aunque enseguida se corrigió y dijo que más que a hablar había ido "a cuidarlos".

Con los escasos modales de la policía de entonces a Medina lo subieron a un patrullero que acudió al lugar para "oficializar" el arresto y una vez en la Novena se enfrentó a un interrogatorio con más acusaciones que preguntas. Medina negó todos los cargos, dijo que nunca había atacado o mordido a alguien ahí junto al Lago y que él también había oído hablar del Hombre Palometa, pero que él, no era. Confesó que para él los peces eran ángeles y se sentía en la obligación de cuidarlos. Y que si bien odiaba a los pescadores, nunca había mordido a ninguno. Sin posibilidades de ser reconocido por alguna de sus presuntas víctimas, a Medina sólo le abrieron una contravención por Vagancia, aunque en rigor vago no era.

Culpable o no, la cuestión es que con la detención de Medina, aunque duró bastante poco, los ataques del Hombre Palometa cesaron.

 



Hombre Lobo, Gato o Chancho. La imaginación popular ha dado para todo

 

EL CONCURSO

Pero la historia del Hombre Palometa dejaría una huella en uno de los tantos costados sensibles de la Ciudad como ha sido y es la pasión por el cine. Casi medio siglo después de los comentados sucesos, un grupo de adolescentes que alimentaban sueños de cineastas en la legendaria Peña de Foto Cine 8 Milímetros en el Centro Cultural y Biblioteca Alborada, de 58 entre 10 y 11, permitirían que el extraño personaje regresara del olvido y acaso también de la muerte.

A mediados de los '80 se presentaría en uno de los concursos de Cortos de Cine 8 Milímetros y Video Cine, la historia del Hombre Palometa. Si es cierto que la historia la escriben los que ganan, aquellos pibes se proponían todo lo contrario y en consecuencia el video era una soberana reivindicación de aquel personaje tan temido y hasta odiado.

"La idea nos daba vueltas desde hacía mucho tiempo pero no contábamos con todos los recursos. Hacer cine en 8 milímetros era difícil y costoso. Hasta que un día mi tío Pancho me trajo de los Estados Unidos una cámara de video y ahí nos cambió la historia", cuenta, a casi cuatro décadas uno de aquellos entusiasmados cineastas.

Y explica, bajo promesa de estricta reserva de identidad, que con la precariedad que la época imponía en cuestiones técnicas, se lanzaron a contar y mostrar "la otra cara" de la historia del Hombre Palometa. Confiesa que entre cartulinas y letras de rotring le cambiaron el título a la tapa a un ejemplar de la Revista Platense, como se llamaba el suplemento dominical del diario EL DIA y con una foto, también trucada, de unos niños en el Lago del Bosque junto a una extraña figura humanoide, retitularon: "El Hombre Palometa, amigo de los Niños". Y esa fue una de las imágenes del video.

"La idea del Cortometraje era mostrar que aquel personaje era alguien injustamente perseguido y algo más. Nos propusimos explicar que lo de Palometa era un error, una equivocada interpretación producto del idioma bien platense que hablamos y por el que le decimos micros a los colectivos y pollajerías a las pollerías. Entonces, explicamos que no era una Palometa sino lo que popularmente se conoce como 'Chanchita' el Australoheros Facetus que es un pez de la familia de los cíclidos que habita en la cuenca del Plata. Pero como los platenses le cambiamos el nombre a casi todo, y quienes en algún momento, con un frasco de mermelada y un pan hicimos pesca deportiva en los lagos urbanos de la Ciudad, sabemos que el pez que corresponde a esa descripción, acá se le dice, se le llama 'Palometa' aunque no sea una Palometa. Y sanseacabó", puntualiza.

Cuenta que en el jurado de aquel concurso estaban los reconocidos cineastas Mario Grasso y Julio Otero Mancini y que El Hombre Palometa no tuvo chance ante la contundencia de otras muestras del cine testimonial que se habían presentado a concursar. Asegura que en ese corto "había testimonios de vendedores ambulantes que andaban por el Bosque y de niños y sus padres que hablaban bien del Hombre Palometa, describiéndolo como uno de los locos lindos, personajes callejeros que no joden a nadie".

Simplemente dice que el video está perdido. No abunda en detalles. Al hombre, por lo visto, le fascinan los misterios. Le gustan las leyendas y los misterios pero al decir del maestro Dolina sufre el berretín de querer refutarlos.

 



El Centro Cultural y Biblioteca Alborada

 

 

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