El fenómeno Milei lo trasciende a él mismo

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Jorge Remón

Los dos o tres empresarios que patrocinaron a Milei para facilitarle el acceso a los canales de televisión seguramente ni siquiera imaginaron que el libertario pudiera lograr el apoyo electoral que detenta. Tres años atrás es posible que tampoco él lo pensara y mucho menos que se viera disputando la presidencia de la República.

Sus financistas iniciales explicaban que el pequeño gasto se justificaba porque el personaje había logrado rating y puesto sobre la mesa temas que la “corrección política” impedía discutir abiertamente en público. Los fenómenos sociales ocurren de esa manera. Muchas veces los protagonistas no advierten las consecuencias de sus actos.

Esos hombres de negocios querían al menos que, al discutirse la crisis económica de la Argentina, se tuviera en cuenta que el estatismo había llevado al límite sumergiendo al sector privado, cargándolo con impuestos, imprimiendo billetes sin parar y endeudando al país. Eso era todo.

El “excéntrico profesor” como lo calificó la revista The Economist no los impresionó de manera tal que pudiera ser el hombre para llegar al poder. Ahora es tarde.

Sin duda que esos dos o tres patrocinadores hoy están arrepentidos. Milei ya no los necesita y sobrepasó cualquier cálculo hecho solo seis meses atrás sobre su futuro político. Ya tiene poder y no necesita por qué embestir solamente contra la “casta política”, puede acusar también a los “empresarios prebendarios”. Con la motosierra en mano, sin prometer que producirá el milagro de un día para el otro, ya comenzó a fijarle límites a todos los factores de poder tradicionales que se atreven a criticarlo. Si siente que lo maltratan en un foro empresario simplemente el convoca a la misma hora, en la misma ciudad, a los asistentes a la reunión de la entidad y demuestra que muchos hombres de negocios prefieren ir a escucharlo, abandonando la reunión de esa entidad considerada desde hace años como la principal difusora de las ideas de los empresarios argentinos. Un desafío audaz al que no se atrevieron importantes funcionarios de primera línea de gobiernos peronistas que en similar situación solo se excusaron y no respondieron a la invitación de participar en el coloquio. Milei hoy tiene “trompada libre” y conciencia de que puede “patear el tablero”. Está en lo alto.

La suma de la ineficiencia y corrupción de muchos líderes de las élites argentinas, no sólo las políticas, lo posicionaron donde está. De acá en adelante todo lo que ocurra escapa el control de sus financistas iniciales y del mismo Milei. Un fenómeno social de esta envergadura trasciende a quien lo protagoniza.

Milei

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