Inquietud por las graves consecuencias que trae el alto consumo de alcohol
Edición Impresa | 20 de Octubre de 2023 | 04:52

Un informes emitido por la Organización Mundial de la Salud, revelador de que una de cada 20 muertes en el planeta está vinculada al consumo de alcohol y que el grupo más alcanzado por esa preocupante realidad es el compuesto por jóvenes que oscilan en los 20 años de edad, debiera inducir a las autoridades sanitarias y a las poblaciones de los distintos países a prestar una mayor atención al problema del alcoholismo y, en consecuencia, a promover políticas preventivas.
En ese contexto y por menor que pueda parecer, importa la información brindada ayer por la entidad Alcohólicos Anónimos de La Plata que detalló sobre el teléfono de guardia existentes en nuestra ciudad -221 3195106- disponible las 24 horas del día para atender diversas inquietudes y emergencias. Asimismo, comunicó que existen en La Plata ocho sedes en las que se realizan reuniones de apoyo por las tardes y a las que cualquier persona puede acudir en forma gratuita.
En cuanto al mayor acceso de adolescentes y jóvenes al consumo de alcohol, denunciado por la OMS, desde la misma entidad platense se informó que hace poco más de dos décadas el promedio de la edad de ingreso al programa era de unos 40 años y que la experiencia diaria en los grupos deja en claro que ese promedio ha descendido en forma ostensible en los últimos tiempos.
Se conoce, además, que los chicos no ingresan con un solo problema de alcohol, sino de alcohol combinado con drogas. Empiezan a beber a más temprana edad y los problemas se presentan antes porque se potencian los dos efectos, algo que no responde al modelo del alcohólico clásico.
En el caso de nuestra ciudad, recientes artículos publicados en este diario aludieron justamente al desmedido consumo alcohólico por parte de los jóvenes, ya sea en las llamadas previas o en los mismos boliches, en situaciones que han provocado episodios violentos, algunos de ellos de consecuencias irreparables.
Quienes están a cargo de los controles han asegurado que mucho del comportamiento adolescente obedece a la incitación a consumir alcohol que se hace en no pocos comercios, sin que se advierta que las leyes de nocturnidad vigentes alcancen para neutralizar esas costumbres.
Otra derivación indeseada de estos tipos de consumo se relaciona con la creciente incidencia del alcohol y de las drogas en las distintas modalidades delictivas. Hace varias décadas que los entonces jueces de Menores platenses advirtieron sobre esta combinación, que se traducía en que, en la casi totalidad de causas iniciadas por delitos penales los imputados habían consumido alguna de esas substancias o las dos a la vez.
Es verdad que, más allá de algunos aspectos polémicos de la norma que, tal vez, debieran volver a analizarse, la ley de “alcohol cero” constituye una herramienta eficaz. Sin embargo, más allá de las leyes reguladoras y del mayor acatamiento social hacia ellas –y sin desmerecer en absoluto la importancia de los talleres y reuniones de apoyo- será siempre la prédica familiar, la de los adultos responsables y la de los educadores, el recurso que más podrá gravitar en la mayor conciencia de los adolescentes y jóvenes sobre los efectos nocivos del alcohol y las drogas.
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