El peor final para una frenética búsqueda en las costas de Punta Lara
Edición Impresa | 14 de Noviembre de 2023 | 03:02

Desde el pasado 11 de noviembre, la Policía tenía conocimiento de la desaparición de un joven de 29 años en la localidad de Punta Lara, donde, ante la eventualidad de un posible ingreso al río, se decidió cursar la novedad a Prefectura Naval Argentina, que empezó a trabajar en distintos rastrillajes fluviales.
Lamentablemente, 48 horas después, esa búsqueda tuvo el peor final, ya que encontraron sin vida al causante. Su cuerpo semidesnudo flotaba en el agua, cerca del camino Almirante Brown y 20 bis.
Si bien falta conocerse el informe forense, de una inspección ocular sobre la superficie corporal de la víctima, identificada como R. O. D., no se habrían desprendido lesiones o marcas, que puedan inferir un ataque por parte de terceros.
En la causa tomó intervención el fiscal Gonzalo Petit Bosnic, titular de la UFI Nº 3 de La Plata, que ordenó el traslado del cadáver a la Morgue Policial para que certifiquen las razones del deceso.
Voceros del caso mencionaron que “de averiguaciones practicadas, se logró acceder a la información de que el joven se hallaba bajo tratamiento médico, pero que no lo estaba cumpliendo de manera estricta”.
Las mismas fuentes indicaron que “fue acusado y detenido por el crimen de un vigilador del Club de Pesca de Ensenada, en el año 2015, quien murió a causa del impacto de varias piedras”.
Sin embargo, en función de ese cuadro de salud, el imputado pudo recuperar la libertad, al considerarlo como una causal de inimputabilidad penal, radicada en una anomalía o alteración, que le impidió, en principio, comprender la ilicitud del acto.
Miguel Raúl Miguela tenía 65 años y ya se había jubilado, pero cuidaba el predio de aquella entidad que funciona en la avenida costanera Almirante Brown y 18.
Fue cerca de las 10 de la mañana del 10 de julio de 2015 que lo asesinaron a ladrillazos en la cabeza y patadas por todo el cuerpo. El sospechoso, por aquel entonces de 20 años, cayó preso enseguida.
La víctima fue sorprendida sobre un costado del portón de acceso a dicho predio, mientras trabajaba.
Al parecer sin motivo alguno, el agresor atacó con un ladrillo a Miguela, hasta hacerlo caer al piso. Fue entonces cuando, según coincidieron en describir fuentes policiales de la zona y ocasionales testigos, sobrevinieron los momentos más crueles para la víctima.
Aunque el vigilador había quedado tendido en el suelo, ya inconsciente por los golpes recibidos, el homicida descargó sobre él una andanada de ladrillazos en la cabeza y puntapiés.
Miguela sufrió “una fractura de cráneo y pérdida de masa encefálica”, se detalla en el reporte oficial.
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