El convento que nació de una triste historia en el mar

La sede de la orden de las Carmelitas Descalzas, en 7 y 35, fue donada por María Luisa Cramer de Mayol en memoria de su hijo

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“El 22 de febrero de 1930, monseñor Francisco Alberti, por entonces obispo de La Plata, inauguró y bendijo la piedra basal del futuro convento de las Carmelitas en la calle 7 y 35”, explicó el investigador en temas de la historia de la Ciudad, Roberto Abrodos y luego determinó que como telón de fondo de ese episodio que legó a la Ciudad el emblemático predio de Barrio Norte hay “una triste historia”.

El investigador le contó a este diario que todo comenzó el 25 de octubre de 1927, cuando se hundía en las costas de Brasil el buque “Princesa Mafalda”. Ese naufragio enlutó a cientos de familias italianas y argentinas en una de las tragedias navales más terribles del siglo XX.

Unos capítulos más adelante, en el relato del investigador se detalla que en la prensa de la época se contaba: “Ayer se realizó la ceremonia de la colocación de la piedra fundamental del futuro convento de las carmelitas, que se levantará en dicho sitio con la base de una donación efectuada por la señora de Mayol, cuyo hijo, el Ing. J. A. Jorge Mayol es autor de los planos”.

El aporte de la vecina estuvo vinculado con la tragedia: “Luis Felipe Mayol Cramer muere en el naufragio. La madre Sra. María Luisa Cramer de Mayol en su memoria, decidió costear la obra del monasterio en memoria de su hijo”, reseñó Abrodos. El otro dato que surge del trabajo es que el arquitecto era hermano del hombre fallecido en el naufragio.

El edificio fue terminado al año siguiente y se puso en funcionamiento el 22 de octubre de 1931, se detalló. El acto, según la crónica de la época, “atrajo numeroso público interesado por conocer los detalles de la edificación que será un recinto en el que se practicará la más absoluta penitencia, la contrición y el aislamiento de parte de sus asiladas”.

Para cumplir con esa orientación se construyeron habitaciones que parecen de otro escenario: “Las celdas donde pasarán su noviciado las monjas del convento fueron visitadas con verdadero interés. Se trata de piezas de dimensiones relativamente reducidas”, reprodujo Abrodos sobre la publicación de la noticia. A la vez, el diario de aquella jornada marcaba “excelente construcción y ventilación, con la precariedad del moblaje”. Tanto, que “un simple caballete sobre el cual se coloca una tabla, servirá de descanso a las monjas, que dormirán vestidas. En toda la habitación no

hay más muebles”, explicaba el trabajo periodístico que citó el investigador en estos días.

En aquella jornada, presidió la inauguración el obispo de La Plata, monseñor Alberti y fue madrina de la ceremonia la donante del edificio Sra. María Luisa Cramer de Mayol; de padrino actuó el ingeniero Jorge Mayol, hijo de la donante, que dirigió la construcción del convento, detalló el trabajo.

El acto fue breve y de gran sencillez. Se realizó frente a la estatua de San Elías ante religiosos y familias. También se destacaba la presencia de monseñor Luis Duprat, de los canónigos J. Ainsiondo y Antonio Roselli; del superior de la orden de las Carmelitas, del presbítero Gambier, cura párroco de San Ponciano.

Una nota curiosa, según indicó Abrodos: “La superiora del convento inaugurado, que por primera vez, después de cuarenta años ha andado con el rostro descubierto, privada del velo que por las reglas de la orden deben cubrirlo”.

 

Carmelitas Descalzas

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