Ante el clásico tapiz de heces caninas, una vecina propone agarrar la bolsita

Cansada de ver heces caninas por todo el barrio, una vecina de El Mondongo colocó bolsas en un poste y un cartel en el que invita a los dueños de las mascotas a limpiar lo que dejan sus perros. El cuadro trasciende esa zona y preocupa por el deterioro de las condiciones sanitarias en el entorno urbano.

La proliferación de ese tipo de suciedad en la vía pública de la Ciudad no solo provoca incomodidades. También es un foco de contaminación que puede causar enfermedades a las personas, según se advirtió desde el Colegio de Veterinarios de la Provincia de Buenos Aires.

La situación está alcanzada por la ordenanza Municipal 10.983, de 2012. En su primer artículo establece que “los propietarios, tenedores o paseadores de perros que transiten o permanezcan en el espacio público estarán obligados a recoger las deyecciones de los animales”. Para eso, dice la norma, “deberán proveerse de un dispositivo recolector de cartón, papel u otro elemento celuloso reciclable”. Se aclara que “en ningún caso el producto de la recolección podrá ser dispuesto en el espacio público, debiendo utilizar los recipientes destinados para tal fin”. Más adelante, en el artículo 7 indica que el incumplimiento hará pasible al infractor de una multa de 2 a 15 módulos (de 360 a 2.700 pesos).

Según la consulta que realizó este diario en la Comuna, no tiene infractores a la vista.

El dispenser casero de bolsas

El cartel con las bolsas que se colocaron en 64, entre 118 y 119, llamó la atención de quienes pasan por la zona. “Se ven bastantes heces porque hay cazuelas con pasto y se ve que a los perros les gusta hacer sus necesidades ahí”, apuntó un frentista de la cuadra.

El presidente del Colegio de Veterinarios de la Provincia, Osvaldo Rinaldi, señaló que los niños son quienes corren los mayores riesgos de contraer enfermedades parasitarias que se transmiten al entrar en contacto con las heces de las mascotas.

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“Por esa razón se sacaron los areneros de casi todas las plazas, ya que era un lugar de juego para los chicos y en el que iban a hacer sus necesidades los perros y gatos. También se reglamentó que los jardines de infantes los tienen que tener tapados para evitar esas situaciones”, dijo el profesional.

El veterinario informó que los parásitos intestinales de los animales pueden quedar al alcance de los niños cuando juegan en los espacios públicos. “La larva áscaris incluso puede llegar a afectar el ojo del niño y causarle la pérdida de visión”, destacó el veterinario.

Los áscaris en perros son gusanos que se suelen localizar en el intestino delgado, aunque también pueden migrar a los pulmones y a otros órganos y tejidos. Cuando son adultos, esos parásitos se vuelven redondos, de color blanquecino y pueden llegar a medir hasta 15 centímetros de largo.

Rinaldi consideró que el uso del espacio público debe ser respetuoso, atendiendo al derecho de los demás. Por eso, remarcó que es importante que quienes sacan a pasear a sus mascotas limpien la suciedad que generan.

El riesgo de las caídas

“Además del aspecto sanitario vinculado a las enfermedades parasitarias, según la consistencia de las heces, pueden provocar caídas. Para una convivencia armónica hay que tirar toda la suciedad en los cestos”, dijo el veterinario.

Se calcula que hay un perro o un gato cada 4 o 5 habitantes en la Ciudad.

Entre los principales problemas aparece la falta de responsabilidad de algunos dueños: sacan a sus perros a defecar a la calle y no recogen sus heces. A eso se suma la amplia cantidad de perros callejeros.

Si bien existen alimentos comerciales que reducen la cantidad de excremento, los de menor calidad y la comida casera incrementan la cantidad de heces y la consistencia.

Por otra parte, los perros que no tienen dueño difícilmente hayan sido desparasitados. Los médicos veterinarios advirtieron que la mayoría de las enfermedades parasitarias de los perros son transmisibles al humano.

Se explicó que se incuba en el ambiente, entonces, al dejar el excremento expuesto a las condiciones de oxígeno, humedad y tierra, provoca que la fase infectante de un parásito pueda ser ingerida por el humano.

Peligro

Los niños pueden ingerir el parásito cuando comen tierra, por ejemplo, cuando juegan en un parque o jardín, donde puede haber excremento de perro expuesto, quizá de hasta dos o tres semanas y en condiciones favorables del ambiente para el desarrollo de Toxocara. Este parásito puede causar una distensión abdominal leve, problemas gastrointestinales y hasta ceguera, porque la larva empieza a migrar en el organismo del humano y al ver que no está en un perro entra en estrés y se convierte en un parásito errático. De esa manera puede irse a órganos como el hígado o la cámara ocular.

Otro parásito puede penetrar por la piel y se encuentra en los suelos arenosos como pueden ser las playas.

También es común encontrar en las heces de los perros el parásito Giardia que provoca problemas gastrointestinales severos, diarreas crónicas, colitis crónicas tanto en los perros como en humanos. Es difícil de remover y, al igual que Cryptosporidium, lo único que los mata es exponerse directamente a la luz solar durante por lo menos 4 horas, así como la remoción mecánica.

La ordenanza 10.983 establece la obligatoriedad de recoger las heces de las mascotas

El Municipio informó que lleva equipos de inspectores, veterinarios y auxiliares a los espacios verdes de la ciudad, “en diferentes horarios, con el objetivo de concientizar sobre la responsabilidad que cada vecino tiene al momento de pasear sus perros”.

Se apuntó que, en caso de ver a una persona en infracción (no juntar las heces y/o dejar la bolsa con el residuo suspendida en cualquier lugar), “primero se la persuadirá para que modifique la actitud, intimándolo a través de un acta de constatación”.

Esas “no son actas contravencionales, ya que estas últimas van al Juzgado de Faltas, donde se definirá la multa económica que le corresponda al infractor”, se indicó.