Brandsen, una ciudad en shock y movilizada por el crimen de Malvina Araya
Edición Impresa | 14 de Abril de 2023 | 02:15

En shock. Así está la ciudad de Brandsen luego del femicidio de Malvina Araya (36) a manos de su ex pareja, Andrés Orrego (43), quien decidió quitarse la vida paradójicamente casi en el mismo instante en que se producía el fallecimiento de la mujer, a causa de las graves heridas de arma blanca que recibió en la zona del abdomen.
Si bien hubo un desesperado intento por auxiliarla, tanto que fue trasladada de urgencia a un centro asistencial, los médicos que la recibieron nada pudieron hacer para evitar la tragedia.
Se trató, para muchos, de una crónica de una muerte anunciada y que puso otra vez en el centro del debate la utilidad de las medidas cautelares de prohibición de acercamiento, ya que el 90 por ciento de los acusados por violencia de género nunca las cumplen.
Por eso, desde la “Red de Mujeres Unidad Brandsen”, motorizaron por la mañana una movida en la puerta de la fiscalía local, donde entonaron un cántico por demás elocuente: “Yo sabía, yo sabía, que a los femicidas los cuida la Policía”.
Como este diario publicó en su edición anterior, la víctima había denunciado a Orrego, con quien tenía tres hijos de 13, 15 y 18 años.
Hasta existía una restricción perimetral impuesta por el Juzgado de Paz de Brandsen, que vencía a fin del corriente mes de abril y debía ser prorrogada.
Sin embargo, poco le importó al agresor la validez de la norma.
Directamente la cruzó con recriminaciones a la vista de todo el mundo (se desconoce si la estaba siguiendo) y después la atacó sin filtros.
En medio de la conmoción que provocó el hecho, por la tarde, ya con una nutrida participación de vecinos, se reiteraron los reclamos de justicia, esta vez en la Plaza Independencia, que está enclavada entre los boulevares San Martín, Mitre, Las Heras y Sáenz Peña.
En las redes sociales, por su parte, también se comentó mucho del asesinato, con frases irreproducibles hacia el homicida.
También con posteos de dolor dedicados a la víctima y a sus familia.
En ese sentido, trascendió que Orrego, en el mes de enero pasado, había publicado un pedido de ayuda por el paradero de su expareja, ya que desconocía dónde estaba.
Sin embargo, una de las reacciones a ese comentario fue de la propia Araya, que desmintió estar desaparecida y que reconoció que se había alejado por temor ante la violencia que recibía.
Lamentablemente, nada de esto alcanzó para que las autoridades dimensionen la amenaza y pudieran adoptar los recaudos necesarios para evitar tamaña fatalidad.
Una de las quejas que más se escuchó en Brandsen fue la ausencia de una consigna policial, que pudiera custodiar a la mujer y prevenir o evitar una agresión de parte de Orrego.
Cómo terminó la historia, es algo ya conocido.
Durante un rastrillaje en busca de su captura, la Policía encontró a Orrego ahorcado con un lazo alrededor de su cuello sujeto a un árbol, a metros de un camino provincial.
En el lugar también se incautó el vehículo en el que el femicida se movilizaba, añadieron los informantes.
“Es un cobarde que dejó a sus hijos sin madre y sin padre, eso lo hace un cagón”, dijo Diego, un amigo de la infancia de la mujer asesinada.
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