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Óstraco

Raquel Saffores expresa: “En la antigua Grecia, una persona que resultaba dañina o perjudicial para la sociedad, para el pueblo, era condenada al ostracismo, es decir, al destierro. Se escribía en una pieza de cerámica, el Óstraco, el nombre de ella, y el pueblo conocía su destino, y la razón que lo motivaba. No podía ingresar en la Ciudad Estado de Atenas, o a los territorios de la Magna Grecia y aquellos que la configuraban. De nada servían sus posesiones, tesoros, riquezas; era la indignidad la que prevalecía, el desprecio del pueblo. La persona perdía su ciudadanía, su pertenencia política era abolida, y estaba sola. Magno ejemplo a seguir, en el momento actual, en la República Argentina”.

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