Martha Saraví Tiscornia

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Hondo pesar produjo en diversos círculos de la Ciudad, el fallecimiento, a los 95 años, de Martha Saraví Tiscornia de Gamboa Campos.

Hija del dentista Enrique Saraví Cisneros y de María Martha Tiscornia, fue descendiente de familias cuyas raíces se pueden rastrear hasta los tiempos del Virreinato y radicadas en La Plata durante su fundación. Por caso, su bisabuelo, José Eduardo Cisneros, fue edil del primer Concejo Deliberante de la Ciudad y su abuelo, Samuel Saraví Hardy, intendente municipal en los años `30.

Cursó sus estudios primarios y secundarios en el Colegio Inmaculada y muy joven, ya maestra, ejerció en la escuela del Hogar Servente.

En 1948 se casó con Raúl Alfredo Gamboa Campos -miembro también de una antigua familia argentina- y formaron una gran familia que se instaló hace 70 años en City Bell. Su casa se destacó por la hospitalidad del matrimonio y fue un ámbito de cálidos encuentros de su amplio grupo familiar y de sus amigos perdurables.

Con todo, Martha desarrolló vínculos en amplios sectores de la comunidad.

Próxima a tener su octavo hijo perdió prematuramente a su marido, reinició su labor docente y fue maestra y directora ejemplar de la Escuela Nº 34 de su pueblo.

Tras esa labor durante décadas, llegó el momento de la jubilación que, lejos estuvo de representar una forma de retiro de sus actividades. Por caso, en esos tiempos formó parte del grupo iniciador de la “Casa del Niño Encuentro”, una entidad al amparo de la “Asociación de Apoyo Familiar”.

La tarea no se agotó en esa etapa de gestación. Luego, fue directora y presidenta de la asociación cooperadora. Esa labor sigue siendo recordada con beneplácito en gran parte de la comunidad citibelense.

También se le reconoce su aporte comunitario en el Patronato de Leprosos de la Ciudad.

Quienes estuvieron cerca de Martha la describen como una persona muy creyente, ávida lectora, con espíritu aventurero, de serena belleza, amante de los viajes, buena persona, de gran honestidad y responsabilidad, pero por sobre todo entusiasta nucleadora de su familia y de su grupo de amigas. Todo eso lo desarrollaba con el sostén de una vigorosa personalidad

Sobreviven a “Marthita”, como se la llamaba con el cariño que despertaba, 8 hijos, 31 nietos y 45 bisnietos y uno en camino.

 

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