Es prioritaria ahora la asistencia a las personas evacuadas en la Región

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En estas horas de angustia y necesidades extremas que corren nuevamente para la Región, con evacuados y casas bajo las aguas, las autoridades municipales y provinciales no debieran perder un minuto en asignarse supuestas responsabilidades y, en cambio, dedicar la totalidad del tiempo y de sus esfuerzos a mitigar las consecuencias del temporal, salvaguardar vidas y ayudar a los pobladores que no cuentan con nada para enfrentar esta emergencia.

Se trata de que los organismos del Estado unifiquen su accionar y vertebren una estructura de defensa civil que se muestre a la altura del desafío que le presenta, una vez más, a nuestra zona, una catástrofe climática conformada por la continuidad de lluvias intensas, el desborde de muchos arroyos y la crecida del río, esta última como factor agravante del desafío a enfrentar.

Mientras tanto, las distintas entidades de bien público -entre ellas este diario que ayer inició una- pueden impulsar campañas de ayuda a los inundados, que sufrieron pérdidas a raíz del fuerte temporal. Los platenses se han mostrado siempre generosos para acudir en auxilio de quienes necesitan urgentes apoyos.

Como se sabe, el agua no sólo cubrió las calles sino que ingresó a los domicilios que sufrieron pérdidas materiales. La ayuda básica a prestar pasa por colchones, ropa, pañales, alimentos no perecederos y artículos de limpieza, entre otros elementos.

Desde luego que los hospitales y otros centros de salud deberán alistarse, como también lo hicieron siempre, para ofrecer las prestaciones sanitarias que hagan falta. Asimismo, los clubes y otras entidades que cuenten con espacios, deben mostrarse atentos a la emergencia y estar preparados para ayudar. Son muchos los resortes comunitarios que pueden en estas horas colaborar para que existan redes de contención.

Corresponde ahora sólo mencionar el tema: lo que ha ocurrido y sigue sucediendo en muchos barrios de La Plata y de toda nuestra zona no deja de ser el corolario de pretéritas políticas desacertadas en materia de asentamientos poblacionales y obras de pavimentación. Tanto la Municipalidad local como sucesivos gobiernos provinciales se permitieron el discutible lujo de autorizar emprendimientos habitacionales sin el previo tendido de redes de servicio esenciales, como lo son, por ejemplo, las redes cloacales y de desagüe pluvial.

En sectores bajos, que hasta hace poco eran virtuales descampados propios de zonas rurales, se autorizaron loteos de tierras carentes de toda previsión urbanística. Desde el propio conjunto del Estado -porque las administraciones tampoco hicieron las grandes obras hídricas que hacen falta- se fomentaron situaciones que hoy paga la población sufriendo permanentes inundaciones.

Está cada día más claro que la Ciudad y toda nuestra región necesitan no sólo el irrestricto cumplimiento de las previsiones de las leyes del suelo y de las zonificaciones existentes, respetándose a todo trance la suficiente existencia de áreas capaces de absorber los caudales de lluvia caída, sino de la realización de un estudio completo del problema, sin perjuicio de seguir avanzando en las grandes obras ya dispuestas y en un trabajo sistemático de desobstrucción de las zanjas en los barrios.

La Ciudad no puede admitir nuevos crecimientos urbanos que no contemplen la disponibilidad previa de todas las redes de servicio, ni la expansión de nuevos asentamientos que no respeten el equilibrio que debe existir entre las áreas destinadas a la construcción y las correspondientes a los espacios verdes. En tanto, las autoridades debieran frenar la sucesión de usurpaciones, cuyos “propietarios” se encuentran hoy rodeados por el agua, como ocurre en tierras tomadas en Los Hornos.

No aceptar estas prioridades significará, inevitablemente, condenar a miles de personas a seguir durante décadas viviendo acosadas y expulsadas de sus viviendas por descontroladas masas de agua, como está ocurriendo ahora mismo en muchos lugares de nuestro distrito.

 

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