Alertan por el impacto de la meteorología en los insectos

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Los insectos se ven muy afectados por los cambios de temperatura y de precipitaciones a largo plazo, unos factores que, si se combinan y repiten durante varios años, pueden provocar la disminución de la biomasa de insectos a gran escala, según un estudio publicado ayer en Nature.

A la vista de este hallazgo, los autores del estudio -realizado por un equipo internacional de científicos liderado por la Universidad de Würzburg (Alemania)- advierten de que el cambio climático puede convertirse en un catalizador del declive mundial de insectos.

La investigación explica que los insectos reaccionan con sensibilidad cuando la temperatura y las precipitaciones se desvían de la media a largo plazo.

Así, si el invierno es inusualmente seco y cálido, bajan sus probabilidades de supervivencia; si la primavera es húmeda y fría, el éxito de la eclosión se ve mermado, y si el verano es fresco y húmedo, la reproducción y la búsqueda de alimento de los abejorros y otros insectos voladores se complica mucho.

Pero cuando varias anomalías meteorológicas de este tipo se combinan a lo largo de varios años, la biomasa de insectos mundial sufre.

Sólo los insectos con poblaciones abundantes, como las que se viven en hábitats suficientemente amplios y de alta calidad, son capaces de sobrevivir a estos cambios.

En la primavera de 2022, el catedrático de ecología de Würzburg, Jörg Müller, observó que en los bosques y prados alemanes había un asombroso número de insectos, cuando en los últimos años, eran cada vez más los estudios que advertían de que los insectos están disminuyendo en todo el mundo.

Uno de ellos, realizado en 2017 por un grupo dirigido por el investigador holandés Caspar A. Hallmann y que analizaba datos de la Asociación Entomológica de Krefeld, reveló que la biomasa de insectos en las reservas naturales alemanas había disminuido más de un 75% entre 1989 y 2016.

Müller descubrió que, a partir de 2005, las condiciones meteorológicas fueron predominantemente negativas para los insectos, mientras que en el verano de 2021 y durante 2022 fueron favorables, lo que explica la biomasa de insectos relativamente alta de 2022.

Hábitats de alta calidad

El estudio concluye que para mitigar el riesgo de extinción de las especies amenazadas en estas condiciones, son necesarios más hábitats de alta calidad.

Esto exige que esfuerzos para proteger a los insectos sean más urgentes, una tarea común que en la que hay que implicar tanto a la agricultura como a las zonas de tráfico y asentamientos, es decir, “a todas las áreas en las que se reducen o deterioran los hábitats de alta calidad”.

 

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