Un médico platense, premiado por un dispositivo que salva niños
Edición Impresa | 13 de Octubre de 2024 | 03:15

Ignacio Lugones, el médico egresado en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) que creó un dispositivo para salvar a niños con patologías cardíacas y fundó la compañía AVaTAR Medtech, recibió el reconocimiento Fan Favorite a cargo de American Heart Association.
El profesional platense intervino en la competencia junto a Tomás Armendáriz, con quien presentó una creación inédita que ya fue probada en docenas de pacientes y logró reconstruir la válvula aórtica.
Por su alto impacto y efectividad, 1.167 votos lo coronaron como uno de los mejores proyectos del mundo.
Lugones dio una entrevista para el portal Newsweek y señaló: “Soy médico de la Universidad de La Plata, hice la especialización en cirugía cardiovascular pediátrica. Me gustó siempre la innovación y, entre los papers que tengo publicados, inventé una técnica quirúrgica, para una rara patología, que lleva mi nombre”, contó.
Más adelante, apuntó que “luego del período de desarrollo, apareció un paciente en situación crítica, un niño con válvula no funcionado y le ofrecimos a la familia el procedimiento. Funcionó perfecto. Esta prueba de concepto nos llevó a mejorar poco a poco el dispositivo, publicamos la experiencia, y se fue consolidando la idea de un dispositivo médico y de una solución escalable”, detalló.
Cuando afecta a adultos, la disfunción de la válvula aórtica no suele plantear un problema severo porque desde hace más tiempo existen opciones quirúrgicas que lo solucionan.
Cuando se trata de niños no resulta tan alentador el escenario. Por su crecimiento el empleo de prótesis convencionales no es viable, lo que obliga a los médicos a esperar a que sean mayores para poder operarlos. La espera puede no terminar bien porque no llegan a vivir lo suficiente.
En una charla con este diario en 2020, Lugones contó que tras la muerte de un paciente suyo por esta causa, comenzó a buscar un posible sustituto de válvula aórtica que pudiera aplicarse en niños.
Frente a esta limitación, dedicó seis meses junto a su hermano Germán, que es físico, a tratar de entender con exactitud a través de cálculos cómo funciona una válvula normal. Y a partir de ese modelo teórico desarrollaron un diseño tridimensional en una computadora, que primero recrearon con un maqueta casera y luego con tejido animal.
Con el apoyo de la Facultad de Veterinaria de la UNLP e impresoras 3D para crear moldes de alta precisión, los hermanos lograron reconstruir válvulas aórticas de chanchos utilizando para ello fragmentos de su pericardio, la membrana que recubre el corazón.
Producto de esa búsqueda que para entonces, llevaba tres años, generó un método basado en tecnología de impresión 3D que permitió operar ya con éxito.
Si bien es platense y estudió en la Universidad Nacional de La Plata, Lugones hizo gran parte de su carrera en la capital federal, donde llegó a estar a cargo del Servicio de Cirugía Cardiovascular del Hospital General de Niños Doctor Pedro de Elizalde.
También registró pasos por Ipensa y el Hospital Español de La Plata.
“Llevamos los resultados de nuestro trabajo a un congreso internacional y despertó el interés de la Universidad de Aarhus, Dinamarca, donde me invitaron a trabajar. Empecé a viajar e hicimos testeos in vitro: fabricamos la válvula, la pusimos en una máquina que emula a un corazón y funcionó perfecta”, le contó entonces Lugones a este diario hace 4 años.
Luego de probar con éxito treinta válvulas similares, en agosto de 2018 dio el paso siguiente con un paciente de 9 años a quien le habían detectado una insuficiencia cardíaca a los pocos días de vida.
Su cuadro había sido contenido durante años había llegado a un punto en que era difícil que pudiera continuar. “Se agitaba mucho. Se ponía como morado y transpiraba mucho al dormir”, contaban en su familia. “Cuando llegó no podía ni subir un piso por la escalera. Hablamos con la familia, le explicamos el método y construimos la válvula con su propio pericardio. Estuvo un día y medio en terapia intensiva, y a los cinco días se fue a la casa. Tres meses después ya estaba jugando al fútbol”, aseguró Lugones, quien realizó aquella primera intervención en el Hospital Elizalde.
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