No te dejan que resucites
Edición Impresa | 25 de Febrero de 2024 | 04:32

Alejandro Castañeda
afcastab@gmail.com
El martes, como todos los meses, fui a buscar la medicación que me facilita PAMI. En la farmacia, con cara de pésame, un empleado me avisó que no figuraba, que PAMI al parecer me había borrado en la lista de los vivos. Me comuniqué con el 138. Allí, gentilmente, me avisaron que para PAMI estaba muerto. Le dije al empleado, con buenos modos, “lamento desmentirte, pero no es así, hasta donde yo sé, sigo vivo”. Lo tomó con una sonrisa y me aconsejó presentarme “mañana, en la sede de 7, entre 35 y 36, a partir de las 7”. Allí empezó una peregrinación inacabable y tortuosa en una semana donde creo que los mosquitos nos invadieron para que pudiéramos desahogarnos y abofetear a este verano picante, insultador y carísimo.
En PAMI no es fácil resucitar. No bastaba el DNI ni mi presencia ni la buena voluntad de Claudia, la empleada. Admitió que se trató de un error, pero las normas exigen pruebas fehacientes para poder corregirlo. No sorprende. La burocracia viene enseñando que nada es simple y pronto. “Tiene que ir al ANSES para que le dé la clave fiscal y el recibo de cobro del último mes”, me dijo. Es decir: PAMI me mató y ANSES podía resucitarme. Capítulo dos de la serie Penurias Ciudadanas. Era el mediodía del miércoles y había que ir de un lado a otro tratando de encontrar estacionamiento y desencontrar mosquitos. Un itinerario desgastante. En ANSES (las sedes de La Plata y Gonnet) las colas eran inacabables. Recurrí a la cuenta del banco donde me depositan la jubilación y obtuve una prueba que creía irrefutable: fecha del último cobro, depósito de ANSES y hasta una certificación extra dando detalles de la operación. Saqué foto y retorné ilusionado a la sede de 7. La respuesta de Claudia -a esa altura la única persona con ganas de ayudarme- fue contundente: “No sirven los comprobantes bancarios”. Me había convertido en un moribundo esperanzado y sólo ANSES podía devolverme la vida. Recurrí a un funcionario de ANSES de una ciudad vecina. Gente amiga. Rápidamente puso una empleada para que me hiciera llegar los datos que PAMI exigía: clave fiscal y último recibo de cobro. A los 20 minutos me los envió. Volví feliz y presuroso al escritorio de Claudia. Pero su respuesta me sacudió: “la clave está bien, pero esto no es un recibo de cobro”. Le mando un mensaje a la empleada de ANSES y, al tomar conocimiento, mi amigo me aclara: “Tiene razón la empleada de PAMI, lo que te enviaron no es un recibo de cobro. La única manera de obtenerlo es a través del cajero automático del banco donde cobrás”. ¿Única manera? A esa altura, Kafka al lado mío era un beneficiario del sistema. ¿Cómo puede ser que ANSES no archive la documentación de los depósitos que hace? ¿Hay tanta escasez de constancias? Parece imposible, pero aquí lo insólito es natural. Siempre he pensado que en la sala de máquinas de la burocracia debe haber una dependencia muy activa que se encarga de fabricar nuevos trastornos para embarullar todo trámite. Más problemas, más empleados. Ni Borges hubiera imaginado laberintos tan complejos, interesados y perezosos.
El nudo se complicaba más. La cola en el banco de 8 y 50 era tan larga que retorné el jueves a PAMI para refugiar mi desaliento. Claudia, el hada buena de esta fábula demoledora, pareció compadecerse de mis idas y vueltas y me invitó a que volviera al otro día con mi notebook. Estaba dispuesta a incursionar desde PAMI en la página de ANSES en busca de ese recibo tan huidizo que ANSES había emitido y que ahora no encontraba. ¿Sólo tenía comprobante el cajero del banco? A esa altura, el aguante, como los medicamentos, se iba agotando. Pero el país te educa en la resignación. Estamos tan acostumbrados a la derrota, que cuando se vislumbra que un trámite puede empezar a desenredarse, uno se emociona. Volví el viernes y al final Claudia lo logró. Hizo lo que ANSES no podía hacer. Me extendió una certificación, me confirmó que podía seguir viviendo y dijo que me esperaba el lunes para completar la operación. Hoy estoy vivo para PAMI, muerto para las farmacias y en suspenso en ANSES. Tengo fe que todo se resuelva y que el lunes recupere mi mejor ánimo… aunque también depende de lo que pase esta tarde en el clásico.
En PAMI no es fácil resucitar. No basta con el DNI
Hoy estoy vivo para PAMI, muerto para las farmacias y en suspenso en ANSES
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