Dolor en La Plata por la muerte del ex juez Carlos Silva Acevedo
Edición Impresa | 14 de Junio de 2024 | 05:11

En diferentes ámbitos de La Plata, la ciudad de Buenos Aires y otros distritos en los que tuvo alguna actuación, se lamentó profundamente el fallecimiento de Carlos Adolfo Silva Acevedo, respetado juez del fuero penal que se distinguió por una personalidad de sobrados valores. Tenía 78 años.
Había nacido el 3 de septiembre de 1945 en La Plata. Hijo del capitán de fragata Juan Carlos Silva y de la maestra Élida Acevedo, fue el mayor de sus hermanos: “Bebi” y Jorge.
El trayecto educativo de los primeros años lo hizo en la Escuela Anexa “Joaquín V. González” y el Colegio San Luis, mientras que como abogado se formó en la Universidad Nacional de La Plata. Se especializó en Derecho Penal y repartió su trayectoria laboral entre el Poder Judicial y el ejercicio de la docencia.
Durante la infancia, la adolescencia y gran parte de su juventud jugó al rugby, primero en el club La Plata y después en la institución marista.
Fue juez de la Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal de La Plata durante 30 años, y llegó a ocupar el cargo después de una carrera en la Justicia que comenzó a los 18 años, cuando era un estudiante universitario, y que luego de graduado continuó como secretario de un juzgado de esta ciudad y posteriormente como titular en primera instancia en lo Criminal y Correccional de Bahía Blanca.
Su otra pasión (la primera fue su labor en la Justicia, donde trabajó 45 años) la halló en las aulas. Titular de la cátedra de Derecho penal II de la UNLP durante largos años, la práctica de la enseñanza le deparó enormes satisfacciones, ya que disfrutaba mucho en las situaciones en las que podía transmitir sus conocimientos.
Se había casado con María Rosa Rodríguez, de quien luego de varios años de relación se separó. Del matrimonio nacieron Laura, Verónica y Mariana. Tuvo tres nietos, sus adorados Alejo, Rocío y Emiliano, vínculos que disfrutó sobre todo al jubilarse y disponer de un mayor tiempo sin obligaciones laborales.
Reconocido por la integridad y la rectitud de conducta, ese proceder, tan suyo, no le restó ni en un poco la amabilidad, la simpatía y el buen humor que también lo caracterizaron.
Fanático de Estudiantes, recogió amigos en todas las etapas de su vida y en los diversos espacios en los que participó, y tal fue de destacada su presencia en los encuentros sociales que si faltaba a alguna reunión la ausencia resultaba notoria.
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