Los chicos de nuestras escuelas siguen perdiendo numerosos días de clases
Edición Impresa | 15 de Junio de 2024 | 01:45

Una vez más los paros de docentes y no docentes en la Provincia hicieron que transcurriera una semana a medias -la que concluye en estas jornadas- con escasa actividad en escuelas y en la Universidad. Y tras esas medidas, que afectaron en dos jornadas el dictado de clases en establecimientos públicos de todos los niveles de enseñanza: desde jardines de infantes, primarias, secundarias, así como en jardines maternales públicos, la semana que viene habrá tres feriados nacionales que también reducirán la escolaridad.
En el caso del miércoles pasado, los docentes y no docentes afiliados a la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), se sumaron a la jornada de protesta convocada por el gremio en rechazo a la Ley Bases que propone el gobierno de Javier Milei. La medida de fuerza incluyó una movilización al Congreso Nacional, donde también estuvieron docentes y no docentes universitarios de distintos puntos del país, incluidos los que trabajan en la Universidad Nacional de La Plata.
A partir de la medida de fuerza de los auxiliares, no pocos colegios de La Plata suspendieron la jornada escolar debido a la falta de personal auxiliar. En la mayoría de los casos, los padres fueron comunicados con escaso tiempo de anticipación sobre la adhesión de ese segmento de trabajadores y los colegios y jardines estuvieron prácticamente con las puertas cerradas.
En tanto, la próxima semana tendrá sólo dos días de clases en los establecimientos públicos y privados de la provincia de Buenos Aires, como así también los colegios preuniversitarios y las 17 facultades de la Universidad Nacional de La Plata.
La semana breve se debe a los feriados nacionales que se conmemorarán el lunes 17 de junio -por el aniversario del fallecimiento de Martín Güemes-, el jueves 20 de junio -aniversario del fallecimiento de Manuel Belgrano- y el viernes 21 de junio, por el feriado puente con fines turísticos.
En resumidas cuentas, los alumnos perderán una semana hábil de las dos semanas que les hubieran correspondido. Está claro que el número de días de asistencia a clases por parte del alumnado en nuestro país no forma parte de una preocupación cierta y concreta por parte de las autoridades. Pasan los años y esta suerte de “decisión” parece inexorable.
Resulta extraño o, mejor dicho, inexplicable, que las sucesivas referencias objetivas -marcadas por indiscutibles sondeos internacionales- muestren la progresiva decadencia de conocimientos por parte de los alumnos del sistema educativo argentino. Así como la nuestra llegó a ser una educación modelo para muchos países, ahora se encuentra calificada entre las peores, ocupando puestos cada vez más relegados.
A la sucesión de paros, feriados, feriados puente y jornadas de perfeccionamiento, deben sumarse asimismo las suspensiones forzadas por problemas edilicios o situaciones climáticas, además del verdadero agujero sin fondo en que vino a parar la escolaridad durante los años de la pandemia. Como se sabe, existe un número de 180 días de clase efectivos por año, dispuesto oportunamente por el Consejo Federal de Educación, que nunca se cumple.
Creer que los días de clase perdidos para los estudiantes se podrían recuperar con alguna fórmula pedagógica sería suponer que en las aulas se puede hacer magia. Lo que correspondería, por lo pronto, es que se aproveche cada día, cada hora y cada minuto hábiles para inculcarles a los escolares un aprendizaje y una formación consistentes.
Llegar a suponer que varios días más o varios días menos no hacen la diferencia es dejar de haber creído en la educación, donde cada instante dedicado a enseñar y a aprender tiene un valor fundamental. Y el país necesita, hoy más que nunca, sustentarse en la educación y capacitación de su gente.
No son palabras, son realidades que se comprueban todos los días. Tampoco debiera suponerse que se apunta a desmerecer el ejercicio de ningún derecho constitucional. Garantizar la continuidad del ciclo escolar se ajusta a la preocupación prioritaria de que la infancia y la adolescencia del país cuente con una juventud preparada para la vida. En esa continuidad reside una de las claves de la formación educativa. Los chicos de nuestro país, los chicos de nuestra provincia, no están para seguir perdiendo días de clases.
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