En la Región siguen multiplicándose las endémicas pérdidas de agua
Edición Impresa | 27 de Junio de 2024 | 02:22

No hay calle en la Ciudad en la que, a poco de andar, no se vea una pérdida de agua, ya sea en forma de charcos, pequeñas lagunas o torrentes que corren junto a los cordones y que suelen traducirse en anegamientos de grandes dimensiones. Las filtraciones pequeñas o grandes también se presentan por igual en las veredas.
La recurrencia del fenómeno y los distintos lugares en los que ocurre permiten suponer que la obsolescencia de la red de cañerías que abastece a la población de La Plata, Berisso y Ensenada podría encontrarse en un punto crítico. Porque la situación viene presentándose desde hace años, aún cuando pareciera verse agudizada en la actualidad.
Ahora acaba de darse noticia sobre una verdadera laguna que se formó en los últimos días en la esquina de 13 y 59. Algunos testimonios vecinales afirman que se trata de un caño roto, que hace que el agua corra sin pausa por 59 hacia la calle 14 y por la 13 hacia la cercana plaza Rocha. El problema se agrava porque los pobladores y comerciantes del lugar aseguran que se encuentra afectada la presión de agua en esa zona.
Ya se dijo en esta columna y vale reiterarlo: es innegable que a partir de décadas de desinversión en todo el sistema de captación –empezando por la planta potabilizadora de Punta Lara-, y de las redes de cañerías domiciliarias, se ha llegado a un déficit funcional de magnitud.
A ese panorama se suman se suman los problemas cada vez más ostensibles en muchos de los pozos extractores existentes en la Ciudad, que aportan al suministro y que suelen adolecer de fallas en sus bombas.
Los especialistas también coinciden en que parece prioritaria la necesidad atender y reemplazar las redes obsoletas, cuyas pérdidas de agua –que se producen sobre todo en algunas de las vetustas cañerías metálicas- se traducen también en problemas que afectan a la calidad del agua.
Un experto advirtió hace años que la perdida de agua subterránea se ve seguida, cuando la presión en la cañería pierde su intensidad, por el retorno a esos conductos del agua que había salido de ellos, que estuvo estancada y que, por consiguiente, vuelve cargada de bacterias u otras sustancias contaminantes. El experto señaló que la conocida “agua marrón” que suele salir de las canillas obedece, básicamente, a esa causa.
Es más que evidente que la situación debe ser revertida cuanto antes, modernizando las estructuras de captación y de distribución.
Cuando los problemas son graves, las soluciones siempre podrán resultar complejas. No hay lugar para dilatar las acciones que deben realizarse y, mucho menos, para seguir originando padecimientos a miles de clientes de la empresa.
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