La historia de Rosa, la estudiante de 97 años de La Plata que ama la filosofía
Edición Impresa | 12 de Septiembre de 2024 | 02:55

Con 97 años, la platense Rosa Assieu viuda de Galliano está cumpliendo una nueva meta: completar su formación secundaria. “Me gusta estudiar filosofía, los movimientos sociales y la interpretación de las noticias desde la época de Yrigoyen hasta estos días”, resume la estudiante.
Rosa estudia porque ahora puede. A los 11 años perdió a su madre y su padre la llevó a vivir con una tía, quien la crió y la acompañó hasta los 28 años, cuando se casó. A los 20 años, su padre falleció y solo le quedaron sus 4 hermanos.
“Eran tiempos complicados, en cuarto grado tuve que dejar la escuela y a los 13 mi tía me llevó a aprender costura; me dediqué a hacer vestidos de fiesta y de novia hasta los 80, aunque algunas cosas más hice hasta los 90 cuando empezó a fallarme la vista”, apunta la inquieta Rosa.
Esa primera cuestión pendiente que fue terminar la primaria, la pudo concretar a los 94. Y lo hizo en la misma escuela a la que asistió de pequeña, la “Mariano Moreno” contó la vecina de la zona de Plaza Malvinas. Se embarcó en plena pandemia por sugerencia de sus dos hijas, Ana - que vive en Francia - y Eva; también la apoyaron su nieto y su bisnieta. Todos admiran de ella que siempre trabajó por concretar sus proyectos.
Rosa destaca que siempre fue una mujer curiosa y como consecuencia se transformó en una persona autodidacta, en una empedernida lectora, de libros y revistas. Se apasionó por las noticias nacionales e internacionales.
Estudiar es otra manera de satisfacer ese amor por el conocimiento y desde la sala en la que se dedica al estudio muestra con entusiasmo su pila de cuadernillos, sus apuntes realizados con una caligrafía impecable y sus tareas.
“En el primer trimestre tuve seis materias y ahora tengo otras seis; matemática es la que más me cuesta”, afirma y aclara que una de las personas que la acompaña es la encargada de ayudarla con esos deberes que se le hacen más difíciles.
De acuerdo al plan de estudios que realiza Rosa no tiene un docente que le explique los temas, su formación es a través de la lectura y la resolución de trabajos prácticos.
Cuando el tema le resulta complejo acude a alguna de las personas de su entorno para que se lo explique o a la búsqueda a través de Internet, algo que hace su hija.
“En el primer trimestre tuve computación, pero al igual que inglés me cuesta un poco, a esta altura de la vida retener es todo un tema”, señala.
En el día a día, después de leer los cuadernillos, Rosa hace las tareas y su hija Eva se encarga de entregárselas a los docentes para que las evalúen.
En el balance de estudiante nonagenaria Rosa asegura que estudiar le sirvió mucho para mantener su mente activa y lamenta por el tiempo que estuvo aislada en pandemia.
“Mi hija no quería que entrara nadie, la pandemia me hizo mucho mal, parte de lo que perdí ya no lo recuperé”, resume Rosa para graficar ese doloroso compás de espera que le restó tiempo a las actividades que deseaba hacer.
Cuando se le pregunta qué hará cuando complete el secundario, Rosa apela a su humor y responde que tal vez se dedique a dirigir algún ministerio, pero luego asegura que seguirá leyendo filosofía, una puerta por la que cada vez que se asoma descubre temas que la asombran y la hacen pensar.
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