Insólitos episodios de violencia en varias escuelas de la Ciudad

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Primero fueron los “desafíos” entre alumnos varones, para librar peleas individuales entre ellos a la salida de clases. Más acá en el tiempo, comenzaron a registrase grescas estudiantiles callejeras, entre grupos de alumnos de colegios que rivalizan por distintos motivos. Y ahora la violencia se desata en los patios de las instituciones educativas, ya también con la participación de mujeres que cambian insultos y se golpean con dureza mientras son filmadas por celulares de sus compañeros, tal como acaba de ocurrir con una riña que se desató en el interior del colegio Normal 2 de La Plata y que se hizo viral por las redes.

Tal como se dijo en este diario, “los recientes graves episodios de violencia registrados en el colegio Normal 2 de La Plata no han hecho más que encender nuevas luces de alarmas entre las autoridades de la comunidad educativa frente a una problemática que amenaza cada vez más la convivencia pacífica en las escuelas”.

El uso del plural no es arbitrario, ya que refleja una situación que se está presentando en muchos otros establecimientos de enseñanza y que debiera merecer la más rápida respuesta de las autoridades de cada colegio y del área educativa.

El contexto que acompaña a estas peleas no puede ser más negativo, por el hecho de que son filmadas por los propios compañeros que, en lugar de intentar calmar a los agresores, alientan a que la gresca tome más temperatura. En los videos puede verse y oírse cómo se “celebran” los golpes que aplica uno de los contendientes y cómo se aconseja al ocasional rival para que reaccione.

Existe sin duda una escalada de violencia en el universo de los adolescentes, tanto entre los varones como entre las mujeres. Y a esa realidad se suma otra complementaria y muy preocupante, que es la comprobada existencia de bandas callejeras de menores que se dedican a asaltar a escolares en las afueras de las escuelas.

Bien se conoce que muchas veces los boliches, los recitales y también, en oportunidades, las mismas escuelas, suelen ser escenarios centrales en los que se desatan con frecuencia episodios violentos, que tienen a los adolescentes como víctimas y victimarios. Y en ese marco, seguramente, un principio para comenzar a encontrar soluciones a esta problema, signado por las agresiones de los jóvenes entre sí, y colateralmente hacia los demás, sería advertir que estamos ante una generación que crece y se desarrolla en lo que podría calificarse como una verdadera cultura de la violencia. Sobre este punto es que los padres y los docentes debieran enfocar sus prédicas, para dejarles en claro a los chicos que ese no es el camino.

A todas luces, está cada vez más claro que tanto los padres como los educadores deben tomar debida nota de las crecientes expresiones violentas que signan en este tiempo las relaciones entre los jóvenes, para encontrar el modo de que esa tendencia comience ya a ser revertida.

También sería oportuno que la sociedad no pase por alto, con la ligereza y la desmemoria que nos caracterizan, situaciones que son de gravedad y que no deben repetirse.

 

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